Por: Verónica Carbajal García / columnista
Lo he visto en la calle, caminando tan campante, tan tranquilo, acompañado de su esposa e hijo, y de sus padres. Como el día de los tapetes de Huamantla en la calle Madero, durante los festejos de San Miguel Arcángel, patrono de Orizaba. Ahí estaba, Igor Fidel, tomando fotografías, hablando con su mamá, la reconocida pintora Teresa López Petterson de Rojí, y con su papá, el empresario Eugenio Rojí Uribe.
Muy posiblemente Igor heredó de su mamá el gusto por lo cultural. Hay que recordar que Doña Tere hace algunos ayeres tuvo la iniciativa de fundar la primera agrupación regional de pintoras, así como el primer Centro de Enseñanza Musical en esta ciudad. Una mujer destacada a quien por cierto, en el marco del Día Internacional de la Mujer, la Asociación Mujeres Comunicadoras y Escritoras Independientes (MUCEI) le entregó un reconocimiento en el año 2009.
De su papá, Don Eugenio, quizá recibe la vocación empresarial, principalmente del ramo gasolinero. Hombre de carácter fuerte, platican quienes lo conocen de hace muchos años; y a quien por cierto recuerdo cuando lo observé en la Alameda “Cri-Crí”, cautivado por Andrés Manuel López Obrador en una de sus varias visitas a esta ciudad, en campaña presidencial. Mostraba así, el empresario, su preferencia ideológica de izquierda.
En la calle, a Igor ya lo reconocen algunos ciudadanos y se le acercan para saludarlo, aunque no llega todavía al nivel que tiene su predecesor, maestro y amigo Juan Manuel Diez Francos, quien se ha convertido quizá en la figura pública más conocida en este momento histórico de la ciudad, en que ya se dice que Orizaba es antes y después de JMD, “El Catrín” que sorprendió en el desfile del Día de Muertos, al encabezar, maquillado su medio rostro derecho de calavera, guante de huesos, capa y sombrero, posando para las selfies, sonriente, cercano, actitud que en los últimos meses ha dejado escapar en su personalidad que más bien era lejana y fría.
Encontré a Igor una vez más en la inauguración de la Feria de Todos Santos en el Foro Orizaba, manejando bajo perfil, sin buscar el cuadro de la lente de fotógrafos, ni asomarse a la primera fila; sin protagonismos, sino más bien, tras bambalinas, platicando con los funcionarios municipales que acompañaban al todavía Alcalde.
Sonriente, tranquilo, conversó con la que escribe y señaló que muchos rostros de funcionarios en direcciones y subdirecciones los conservará con sus actuales titulares, “prometí continuidad” y para eso necesita se queden a su lado quienes han sido artífices de la nueva Orizaba.
Las promesas de campaña, como el estadio de fútbol, siguen en pie, nada ha cambiado al respecto de eso, excepto el Malacate en el Cerro de Escamela, que podría cambiar su trazo debido a la difícil orografía de la montaña.
Y confía, en que la comuna que le acompañará, plural, con presencia de dos regidores del PAN-PRD, dos de Morena, uno del PT; y la síndico de su partido, el PRI -en el que por cierto milita desde 1988-, habrán de coincidir en su amor por la ciudad, para reflejarlo en un trabajo armonioso y de crecimiento. Si es así, si hay cariño por Orizaba, no cabría algún conflicto que demerite la positiva calificación del Ayuntamiento, “no tiene por qué haber problemas, no los habrá”, espera.
De auditoría al Ayuntamiento saliente, ni hablar, por Ley se debe realizar. Fue director de Desarrollo Humano en esta Administración y sabe la importancia de recibir y dejar todo en orden.
Decía la periodista y urbanista, Jane Jacobs: “La ciudad es de todos. Las ciudades tienen la capacidad de proporcionar algo para todo el mundo, sólo porque, y sólo cuando, se crean para todo el mundo”. Ese parece ser el camino que lleva Orizaba en su desarrollo de los últimos años, al convertirse en Pueblo Mágico, en ciudad turística y una de las más seguras del País, como ha sido calificada por algunos organismos, -sin significar que no dejan de ocurrir hechos violentos-, y se esperaría que el viajero tenaz, que ha visitado al menos 45 países y unas 450 ciudades en el mundo, Igor Fidel, inicie el 1 de enero de 2018, el que podría ser quizá uno de sus viajes más memorables, si logra satisfacer las altas expectativas que los orizabeños tenemos ahora para Pluviosilla.
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