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Otra vez Guerrero

Superiberia

 

Se espera que en los próximos días sea Alfredo Castillo, el comisionado para Michoacán, quien comparezca en la Cámara de Diputados. Y esto para seguir con la rutina que continúa al Informe de Gobierno de Presidencia. Él deberá rendir cuentas, entregar un primer balance tras la creación de aquélla, la Comisión que encabeza y con la que las autoridades federales esperan impulsar el desarrollo de Michoacán, sanar al estado que más heridas ha generado a últimas fechas. Pero ahora también aparece el estado vecino, Guerrero, dentro de los asuntos que se salen de control. O que toman por sorpresa. O que exigen también atención. Una atención que tal vez esté recibiendo, pero los acontecimientos que han ocurrido desde el viernes pasado dejaron claro que no hay una estrategia clara al respecto, al menos no en Guerrero. ¿O cuál es la razón para el enfrentamiento que la policía de Iguala tuvo con civiles? ¿Por qué desde el viernes por la noche hablamos de seis muertos —tres estudiantes, un futbolista, un chofer de autobús y una mujer—, además de alrededor de 55 desaparecidos?

Ayer salía el procurador del estado, Iñaki Blanco, a reconocer que sí hubo uso excesivo de la fuerza de parte de los agentes involucrados. Y aunque es paso a favor de la investigación que exista tal declaración, sería mucho mejor que se explicara el porqué de la agresión. Así, a botepronto, parece sólo evidencia de la falta de un protocolo de acción riguroso que evite que se presenten este tipo de hechos profundamente lamentables.

Referimos a Castillo al inicio porque él llegó tras la necesidad de auxiliar a las labores del gobierno de Michoacán, y pensamos ahora que Guerrero podría convertirse en un nuevo blanco para que la autoridad federal tome riendas o sugiera caminos para recuperarlas; ya ayer Osorio Chong criticaba la actuación de la policía municipal de Iguala. Porque no sólo es el enfrentamiento con los normalistas, el mismo que ayer reventó con los hechos a las afueras del Congreso estatal, en Chilpancingo. A esto le sumamos otro hecho, uno que tiñe de rojo el camino a la elección para renovar la gubernatura. El asesinato de Braulio Zaragoza, el presidente estatal de Acción Nacional, apenas horas antes de una reunión que tendría con Armando Ríos Piter, quien se coloca como el candidato al gobierno de Guerrero. ¿Habría entonces una posible alianza amarillo-azul? Eso ya no lo sabremos, al menos no en voz de quien encabezara la fuerza blanquiazul guerrerense. Pero, ¿qué panorama político deja su asesinato?

Así estarán las cosas, que las autoridades del gobierno de Ángel Aguirre —quien ha tenido una aparición muy escueta en estos acontecimientos— han declarado que todo recaerá directamente en el presidente municipal de Iguala, José Luis Abarca, quien también declaró que no dio la orden de atacar… pero evidentemente la policía de su municipio no le hizo caso.

Ya Guerrero había sido un territorio complicado, pero este estallido de violencia llega en un momento que lo único que hace es completar esa difícil, dolorosa región del país: Michoacán, incendiado; Oaxaca, en donde el magisterio sigue presionando; Chiapas, que nos duele en su pobreza… y ahora Guerrero (y no es que antes no pasara nada), que se muestra como otro territorio más en donde la autoridad estatal brilla por su ausencia. Y todo en la víspera de que los partidos decidan quiénes serán sus candidatos para llegar al despacho de gobernador.

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¿Frío o caliente?

Pudo ser muy grave, y todo por ineptitud de funcionarios