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PARA JODER AL VECINO

Superiberia

Por: Andrés Timoteo / columnista

Van unas preguntas ‘para joder al vecino’, como diría el clásico. Pregunta uno. ¿El gobernador Miguel Ángel Yunes Linares debe vetar (bloquear su entrada en vigor) la modificación legal que permite las peleas de gallos, ‘vaquilladas’, carreras de caballos y corridas de toros? Claro que sí, no sólo porque él y su hijo, el senador con licencia y alcalde electo de Veracruz, Fernando Yunes Márquez, suscribieron un compromiso a favor de los derechos de los animales, sino porque es una cuestión de ética política y de sentido común.

Veracruz está empapado de sangre; los Yunes no pueden permitir que se le añada más al ya azaroso contexto de muerte. Es inadmisible permitir la diversión con la tortura de animales. Además, como titular del Ejecutivo, Yunes Linares debe darles un escarmiento a los inescrupulosos legisladores que actúan de manera facciosa y que en cierta forma, apuntalan al crimen organizado que hace negocios con esos espectáculos de barbarie.

Pregunta dos. En el Congreso Local está el colmo de los colmos. ¿Por qué hay  analfabetas haciendo leyes que ellos mismos no podrán leer ni mucho menos entenderlas? Dos de ellos brillan por su ignorancia como si fueran farolas y hasta uno es encargado de ‘pastorear’ a otros Legisladores. ¡Habrase visto! Ambos son panistas: Sergio Hernández y Bigen Rementería. Y como la ignorancia es atrevida, uno ya anunció que quiere reelegirse ¡aun cuando es plurinominal! Nadie votó por el diputado Hernández -a quien además hicieron presidente de la Junta de Coordinación Política-, ningún veracruzano depósito una boleta con su nombre cruzado en alguna urna. Entonces, ¿Cómo pretende reelegirse? ¿Será capaz de modificar la Constitución como lo hizo el célebre Juan Vargas en la película La Ley de Herodes, para reescribir artículos a su gusto?, ¿lo dejarán hacerlo? Es posible porque la audacia de los ignorantes no tiene límites si alguien no les pone el alto. ¿Y lo peor, cómo justificar que este señor, que no pudo o no quiso acabar la licenciatura en Derecho, esté haciendo leyes? ¿No es un asunto kafkiano?

El otro audaz, Bigen Rementería -hijo del exdiputado local y actual secretario de Infraestructura y Obra Pública, Julen Rementería- supuestamente no quiere reelegirse sino aspira a convertirse en alcalde de Veracruz, luego de que termine su gestión Fernando Yunes Márquez. ¿No será mejor que el diputado aproveche el tiempo y se ponga a estudiar? Los libros no muerden ni los cuadernos pican. Debería acudir al Instituto Veracruzano para la Educación de los Adultos  (IVEA), donde tienen buenos maestros que lo pueden sacar de su triste situación.

El magnífico Paul Verlaine, quien fue considerado “le Prince des Poètes”  (El Príncipe de los Poetas) en el Siglo XIX, dijo, tras pasar dos años en prisión: “la ignorancia también es una cárcel, quizás la más indigna para el ser humano, por eso le tengo más miedo a ella que a la de los barrotes”. ¿Alguien se lo puede hacer saber al diputado Rementería, que la pavonea como si fuera un trofeo?

 Pregunta tres: ¿Qué la diputada porteña María Josefina Gamboa había renunciado a formar parte de la fracción azul en el Congreso Local? Lo cierto es que ella está acosada por su mismo  grupo parlamentario y el hostigamiento se intensificó desde que presentó la iniciativa para hacer legales a las llamadas “uniones de hechos”, es decir, el reconocimiento institucional del matrimonio igualitario. Aunque no se crea, en pleno Siglo XXI en Veracruz hay políticos –y en este caso diputados- ultraconservadores, persignados y farisaicos que quieren echar Gamboa de su grupo legislativo.

 Y debe tener cuidado porque esos retardatarios son muy osados. ¿Si se atrevieron a legalizar la tortura de los animales, alguien duda que sacrificarían a María Josefina? Si pudieran la quemarían en una hoguera como escarmiento. Ah y dicen que uno de los más atareados en jorobar a la diputada es precisamente Bigen Rementería. ¿Ya ven las consecuencias de no estudiar? Ser burro orejón los conduce a prisiones de gazmoñería.

 

NARRAR LA MEMORIA

Tras la firma de paz entre el Gobierno colombiano y la guerrilla Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en septiembre de 2016, se inició un nuevo capítulo en aquel País que durante años registró una etapa de violencia y muerte, como la que actualmente tiene México. Ese nuevo contexto involucra también a los periodistas que desde siempre y con un alto costo en vidas -152 periodistas asesinados en los últimos 38 años- han cubierto informativamente los casos de enfrentamientos armados,  asesinatos, secuestros, desa-pariciones y localización de fosas clandestinas.

 Un grupo de reporteros se unió para compartir experiencias y redactar un libro que acaba de ser publicado y el cual es pionero en lo que se llama “periodismo memorial” o “periodismo que narra la memoria”. La obra lleva ese título: “Pistas para narrar la memoria: periodismo que reconstruye la verdad”, y es una especie de manual para el  reporteo, investigación, tratamiento de fuentes, entrevistas a víctimas y victimarios y redacción de esa información que sirve para construir la memoria histórica.

 La recolección de testimonios, reconstrucción de hechos y explicación de cuándo, dónde, cómo y por qué ocurrieron es una tarea de los periodistas que ayudan a buscar la verdad histórica. El periodismo es un lugar de memoria y los periodistas son los que trabajan contra la desmemoria, eso que se quiere dejar oculto en el tiempo y el olvido, señalan los autores. Se debe contar a las víctimas y contar sus historias, sin estigmatizarlas ni revictimizarlas pero tampoco convertirlas en heroínas ni a los victimarios en monstruos. No es necesario calificar, basta con describir y documentar.

 “Es una gran responsabilidad. A los medios informativos y a los periodistas les corresponde el deber social de contribuir a la reconstrucción del pasado, a investigarlo y narrar las historias no contadas o mal contadas en su momento; escuchar las versiones tanto de víctimas como de victimarios y redactar sus verdades de una manera responsable”, sostienen. Y ese manual para hacer un periodismo que narra la memoria colectiva se va a necesitar en México -de hecho ya se necesita- donde por mucho tiempo estaremos buscando personas en fosas clandestinas  y tratando de dar una explicación a la hecatombe humanitaria que hoy sigue vigente. Vale la pena el libro, es necesario leerlo.

 

IDA RODRÍGUEZ

Falleció el miércoles, la señora Ida Rodríguez Prampolini y su pérdida es sentida en todo el País, no sólo en Veracruz, donde impulsó la cultura desde instancias institucionales. Fue una intelectual de renombre, reconocida nacionalmente por sus conocimientos en el arte y respetada en los círculos pensantes de México. En algunas ocasiones que se le entrevistó, ella comentaba que la creación de instituciones es un logro que no se reconoce en el momento, porque se trata de una inversión a futuro, y tenía razón.

Ella comprendió en su momento que invertir en cultura es un acto primordial en favor de cualquier sociedad y así lo hizo impulsando la fundación del Instituto Veracruzano de la Cultura (IVEC) que es, hasta el momento y después de treinta años -fue en 1987-, la principal institución promotora de la Cultura y las Artes en la Entidad, y tal vez se mantenga como la más importante del Sureste del País. Ida Rodríguez dirigió el IVEC hasta 1993, y una década después, en el 2002,  fundó el Consejo Veracruzano de Arte Popular.

Lamentablemente ese proyecto fue meramente sexenal debido a la mezquindad de los gobernantes siguientes para respaldarlo, y finalmente fue asfixiado presupuestal y políticamente. La idea de ese consejo fue ocupada aviesamente por la esposa del innombrable, Rosa Borunda, quien junto con su entonces asesora de imagen, María Gina Domínguez, lo transformaron en el programa “Manos Veracruzanas” con el cual se robaron decenas de millones de pesos.

Rodríguez Prampolini  fue una mujer de avanzada edad, que rompió esquemas en su tiempo y que usó la intrepidez para forjarse un nombre y un prestigio. Ella abrevó de Europa -París fue una de sus  ciudades-, pero impulsó a América Latina y concretamente México y Veracruz. Su posición como intelectual tampoco la confinó a oficinas, bibliotecas o círculos elitistas sino fue activista de calle, impulsora de libertades y cambios democráticos.

 Su última intervención pública contra los abusos y el mal gusto de los servidores públicos fue en noviembre del 2011, cuando exigió al gobernante Javier Duarte parar el atentado contra la avenida Salvador Díaz Mirón en el Puerto de Veracruz. Hay que recordar que la alcaldesa de ese momento, la oaxaqueña Carolina Gudiño, ejecutó la ampliación de la histórica calzada atropellando el diseño original y afectando con ello el patrimonio arquitectónico.

De la oaxaqueña Gudiño -que era la favorita del innombrable-, doña Ida Rodríguez dijo: “Es una déspota, pero sobre todo una ignorante sublime”. Por supuesto que Duarte de Ochoa -otro que no rebuznaba porque desconocía la tonada- no le hizo caso y consintió el capricho de la oaxaqueña, favorita siempre del innombrable. Incluso, el cordobés tuvo la osadía de comparar la obra de Gudiño con la construcción de la Torre Eiffel, en París. ¡La ignorancia es atrevida! Ya se dijo. También se opuso a otros proyectos gubernamentales que atentaban contra el patrimonio cultural de los veracruzanos.

 Hoy ya no está físicamente, pero sí su legado, no sólo el personal en libros, críticas, ensayos y posturas artísticas e ideológicas sino también el institucional como el IVEC, las casas de cultura en todos los municipios y la aplicación de una política cultura definida desde hace tres décadas en Veracruz.

A mujeres como doña Ida Rodríguez, que fueron personalidades de su tiempo, no se les llora  sino se les honra protegiendo,  conservando y difundiendo los tesoros que heredan.

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