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TIPOS SIN PUDOR

Superiberia

 Por: Andrés Timoteo  / columnista

Antes de que concluya el mes, el exgobernante estatal Javier Duarte de Ochoa estaría repatriado y sentado frente a los tribunales mexicanos para que responda por once acusaciones penales, que van desde delincuencia organizada hasta el  desvío de recursos públicos, pues ayer aceptó la segunda petición para ser extraditado ante una corte guatemalteca. A Duarte ya lo juzgó y condenó la opinión pública, pero es necesario que ahora lo sentencien los tribunales judiciales.

El tipo se robó no sólo el dinero de Veracruz -algunos calculan en 60 mil millones de pesos el monto del desvío- sino también la tranquilidad, la seguridad y el futuro inmediato de ocho millones de habitantes. Él, Duarte, junto con su impresentable antecesor son los ladrones más voraces y sinvergüenzas en la historia de la entidad. Ambos deben pagar con cárcel, a perpetuidad de ser posible.

Ayer, la defensa del cordobés también anticipó la estrategia para “combatir” las acusaciones y no se trata sólo de desvirtuar la comisión de ilícitos, sino apostarle a la victimización del exgobernante. Su abogado, Carlos Velázquez, deslizó algo que es una verdadera burla para los mexicanos, y en especial para los veracruzanos. Palabras más, palabras menos dijo que Duarte es objeto de una “rivalidad y una persecución política” a la que intentan darle “un matiz de desvío de fondos”.

O sea, Duarte de Ochoa es tan descarado que va a declararse perseguido político y en esa falacia sustentará su defensa mediática, más que judicial. Claro, nadie le otorgará ni siquiera el beneficio de la duda -pues, como ya se dijo antes, ya está juzgado y condenado por el imaginario colectivo-, pero ese discurso le servirá de asidero permitido, obviamente, por el Gobierno Federal. Sería parte de las concesiones que Los Pinos le habrían dado a cambio de erigirse como ‘tirador’ contra Morena y Andrés Manuel López Obrador en 2018. Tipos sin pudor.

 

EL CAPO DE LA FIDELIDAD

Siguiendo con el tema de los tipos sin pudor, hay que señalar que la detención -realizada la semana pasada en Tabasco- de un capo del narcotráfico apodado  Comandante H, y quien fue el autor intelectual del homicidio de una familia en Coatzacoalcos, representó un golpe no sólo a la organización criminal a la que pertenecía sino también a Duarte y al innombrable, pues el tipo operaba en el Sur de Veracruz desde el año 2006, con protección de ambos.

Es decir, es uno de los capos más antiguos de la mafia asentada en la entidad, desde el sexenio de la fidelidad. Llevaba más de una década intocado en el Sur de Veracruz -el terruño, por cierto, de la familia Macías Tubilla, de la esposa de Duarte- y donde llegó a pasar como una persona del jet-set aldeano, gracias a la protección e impunidad que le garantizaba sus nexos con el Gobierno estatal y las Administraciones municipales.

Fue tal su auge que la misma prensa local le dedicaba planas completas para relatar sus andares en cocteles, celebraciones familiares y paseíllos con otros adinerados de la zona. En este tenor, el actual  gobernador Miguel Ángel Yunes confirmó que algunos negocios del Comandante H -gimnasios y bares- han sido confiscados, pues servían de fachada para lavar el dinero sucio de la mafia y además se investiga a empresarios sureños que fungen como prestanombres del delincuente para el “blanqueo” de activos mal habidos.

Si se hace bien, la pesquisa podría desbaratar honras y futuros de muchos cuellialzados del Sur de la Entidad. Y ahí surge otra pista, la familia Chagra Nacif, muy allegada al innombrable -Roberto Chagra, exfuncionario estatal le llamaba “cuñado” al innombrable, por una supuesta relación extramarital de su hermana con el oscuro personaje- y cuyos integrantes son prestanombres del capo de la mafia.

Roberto Chagra fue director de la Comisión Municipal de Agua Potable de Coatzacoalcos, la que el innombrable quería entregar en concesión a Odebrecht, y por eso lo puso de encargado del organismo para saquearlo financieramente antes de privatizarlo. La concesión estaba planeada en el sexenio de Duarte, pero no les dio tiempo, sólo alcanzaron a entregar el Sistema de Agua y Saneamiento de la conurbación Veracruz-Medellín de Bravo.

Actualmente, Roberto Chagra es el dirigente municipal del PVEM, Partido  controlado a nivel estatal por el mismo innombrable. En días pasados, un hermano suyo, José Antonio Chagra, quien es regidor del Ayuntamiento sureño, amenazó a una reportera por manejar información del Comandante H con los negocios de su familia. Pero la colusión de los Chagra con el jefe criminal es tan sólo una de las puntas de la madeja de la relación de los dos capos de la fidelidad, el narcotraficante y el impresentable exgobernante.

Al menos una decena de empresarios sureños estarían coludidos con ese criminal. Al igual que el capo, esos hombres de negocios vivieron 12 años con la protección estatal para “lavar” el dinero obtenido de manera ilegal, dinero manchado de sangre. Hoy, al parecer los descobijaron y tendrán que rendir cuentas.

 

PARTIDOS, A

CONTRARRELOJ

Dentro de 11 meses, el 3 de junio de 2018, los mexicanos elegirán en las urnas a 3 mil 450 representantes populares, entre ellos al presidente de la República, al jefe de Gobierno en la Ciudad de México, a 300 Senadores y 500 Diputados. Además, se renovarán las gubernaturas de Guanajuato, Jalisco, Morelos, Chiapas, Tabasco, Yucatán, Puebla y Veracruz.

Y como ya se pisan los umbrales, pues en septiembre comenzará formalmente el proceso electoral 2017-2018, también hay una carrera contra el tiempo para que se hagan los cambios en los organigramas de cada partido político, tanto a nivel Nacional como Estatal, si es que se quiere llegar a un proceso electoral con nuevos dirigentes. De todos, a los priistas es a los que les urge remover a sus líderes, por los malos resultados obtenidos en los últimos procesos electorales.

Hay que señalar que las gubernaturas del Estado de México y Coahuila se ganaron, pero fue necesario un descomunal fraude para obtener la victoria por escaso puntaje y que será finalmente otorgada en los tribunales. Por eso es inevitable que el tricolor  se deshaga del tecnócrata Enrique Ochoa Reza y reestructure sus cuadros. En Veracruz están peor, ya que el burócrata Renato Alarcón encarna la decadencia misma. El señor tiene razón al afirmar que le tocó ser el presidente del PRI en Veracruz en el “peor escenario”, pero le faltó agregar que también es el peor dirigente que le tocó al tricolor en un contexto de crisis.

Al interior del Partido nadie le concede autoridad, no lidera a ninguno ni es factor de nada.  Su llegada fue capricho del perdedor Héctor Yunes, quien pretende seguir sosteniéndolo mientras que su homólogo, el senador José Yunes Zorrilla, pugna por la renovación, aunque pretende colocar a otro del mismo pelo, Américo Zúñiga, actual munícipe xalapeño. Vaya, en el tricolor están fastidiados por todos lados. 

Ahí están a contrarreloj porque si antes de septiembre no hay cambios en la directiva estatal, llegarán con el mismo dirigente blandengue y desaguisado al 2018. Lo mismo para el Partido de la Revolución Democrática (PRD) cuyos hilos sigue moviendo Rogelio Franco, actual secretario general de Gobierno, por medio de un títere de nombre Alberto Velázquez Flores, a quien le acontece lo mismo que al priista Alarcón, nadie lo escucha ni obedece.

A los perredistas les urge removerlo, pues, sobre todo rumbo a las negociaciones al interior de la coalición que formarán con Acción Nacional. En el Sol Azteca se han manejado dos nombres para asumir la dirigencia, uno es Jorge Flores Lara, quien fue secretario de Organización y otro es Fredy Marcos Valor, representante del Partido ante los órganos electorales. De los dos, Marcos Valor es el mejor calificado por su experiencia en la defensa legal de los intereses partidistas y la negociación de asuntos comiciales.

A esa terna hay quienes han sugerido como una tercera opción al expanista Julio Saldaña Morán, actual Diputado Federal por el PRD, pero sería un despropósito colocarlo al frente del Partido. Saldaña nunca ha ganado una elección por cuenta propia, las diputaciones que ha obtenido han sido plurinominales y las veces que ha competido por la Alcaldía de Veracruz ha resultado perdedor. No sólo su pasado azul le pesa -aunque ahora el PRD vaya en coalición con el PAN- sino porque es de esos que dice el clásico: Nacido para perder.

En el blanquiazul la situación es mal holgada. El tuxpeño Jesús Mancha Alarcón tiene la posibilidad de escoger entre integrarse al gabinete estatal o permanecer en la presidencia del Comité Directivo Estatal, y seguramente escogerá lo segundo, pues es más atractivo  conducir una elección con altas posibilidades de triunfo, no sólo en la Gubernatura sino por la posibilidad de llegar a controlar el Congreso Local y colocar una buena cantidad de diputados en San Lázaro, que convertirse en un burócrata más.

Además, el PAN será quien lleve la batuta a la hora de negociar candidaturas con el PRD y por supuesto, con un resultado exitoso en la Gubernatura, Mancha Alarcón podría sumarse al gabinete de Miguel Ángel Yunes Márquez en diciembre de 2018, sin mayores contratiempos. En el Movimiento Regeneración Nacional (Morena) no hay visos de que vaya a ser removido el dirigente estatal Manuel Huerta Ladrón de Guevara, aun cuando en el proceso de selección de candidatos a las Alcaldías hubo protestas y fue acusado de vender e imponer las nominaciones.

En  realidad no fue Huerta quien eligió a los nominados sino que fueron los diputados federales Rocío Nahle y Cuitláhuac García los seleccionadores que turnaron las listas al “gran elector” autócrata,  López Obrador.

La expectativa es que la alianza PAN-PRD se lleve las dos curules senatoriales de mayoría directa, aunque en un descuido Morena podría darle la voltereta en esa colocación y colocar los dos senadores de mayoría directa, dejando una sola curul para los azul-amarillos. En los partidos morralla y satélites: PVEM, Panal, PT, PMC, PES, poco importa si hay cambios o no en sus dirigencias, pues son irrelevantes. Más interesante será si los llamados candidatos “independientes” logran, ahora sí, independizarse del estigma de la fidelidad y convertirse en opciones reales de cambio en el año venidero.

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