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UNO DE CUATRO

Superiberia

Por: Andrés Timoteo  /  columnista

En el barullo generado por la composición del próximo Gabinete Estatal, algunos grupos políticos y empresariales se han desbocado promocionando personajes para ser los titulares de diversas carteras. En Xalapa, algunos promueven al hotelero Luis Eduardo Ros Martínez para ocupar la Secretaría de Turismo. De origen cordobés, Ros Martínez es el actual Director de Turismo en el Ayuntamiento de Xalapa, que preside el morenista Hipólito Rodríguez.

Ros Martínez ha estado siempre ligado al priismo y ya estuvo en gabinetes de otros gobernadores. Sin embargo, aparentemente las presiones de los hoteleros xalapeños para apuntalar a ese personaje no prosperarán, pues el Gobernador electo, Cuitláhuac García, ha dicho que todo aquel aspirante a ocupar un cargo en su organigrama y que se autopromueva en la prensa o redes sociales quedará descartado.

Lo paradójico es que con esta advertencia, García Jiménez se metió a un brete porque por un lado afirma que no considerará a los auto-promovidos y por el otro anuncia que habrá una consulta pública para integrar su Gabinete. Eso obviamente generará una carrera propagandística entre los que aspiran ser electos en dicho referendo. ¿Quién elegirá las ternas y cómo se convocará a la consulta pública? y ¿quién la pagará?

Por si fuera poco, al anunciar dicha consulta contradice lo que ya se ha decidido: la imposición de los titulares de al menos tres carteras para el nuevo Gobierno. Por ejemplo, el expanista Ernesto Pérez Astorga, quien será el Secretario de Desarrollo Económico es una cuota cedida al Senador electo y exAlcalde de Xalapa, Ricardo Ahued, pues Ros es su suplente en la fórmula senatorial.

A su vez, la designación del otatiteco Eric Patrocinio Cisneros Burgos, quien será Secretario General de Gobierno, fue decidida por el Presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, pues ha sido el operador electoral de Morena en los últimos años. También se ha mencionado al médico Roberto Ramos Alor, exdirector del Hospital Regional de Coatzacoalcos, para ocupar la Secretaría de Salud, pero éste es impulsado por la zacatecana Rocío Nahle, Senadora electa y futura Secretaria de Energía del Gobierno lopezobradorista.

Hay una cuarta designación inminente que recaería en el cordobés Zenyanzen Escobar García, actual Diputado Local y coordinador de la bancada de Morena en el Congreso Local. Aun cuando no se ha anunciado formalmente, Escobar García sería el próximo titular de la Secretaría de Educación de Veracruz (SEV), compromiso hecho desde abril pasado cuando desistió de buscar la Diputación Federal por el Distrito de Córdoba, a cambio de ocupar dicha cartera.

Es más, si se revisa la agenda mediática de los últimos días, Escobar García no sólo ha encabezado reuniones relativas a la política educativa, sino ha anunciado medidas en el tema a partir del nuevo Gobierno morenista. El también integrante de la Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación (CNTE) ha asumido la vocería en dicha área confirmando de facto que será el Secretario de Educación.

De esos cuatro nombramientos de los que se tendría certeza, Zenyanzen Escobar es el único prospecto decidido directamente por Cuitláhuac García, el resto le ha sido impuesto tanto por el Gobierno central o por los grupos locales que lideran los senadores Nahle y Ahued. Nada nuevo, son los cotos del poder de la vieja política.

MÉXICO NEGRO

El México actual no puede ser descrito sin su petróleo. Ese líquido aceitoso y oscuro ha sido la sangre del País desde el siglo pasado cuando comenzó a florecer la industria petrolera. La historia y la economía recientes están basadas en el petróleo, como también la política doméstica y exterior. El petróleo ha dominado todos los ámbitos del País en las últimas siete décadas.

Las decisiones de Gobierno de ese lapso tienen como lubricante al petróleo como lo documenta Francisco Martín Moreno en su libro “México negro”. Pero esta industria también ha sido fatídica para la Nación, no sólo en cuestiones ecológicas, sino de corrupción. Al pueblo se le ha robado hasta el cansancio a través del petróleo.

El País tenía en Petróleos Mexicanos (Pemex) la octava industria más rentable del mundo, pero la saquearon y asfixiaron los tecnócratas que llegaron al poder desde la década de los ochenta, que se confabularon con los empresarios voraces. Hoy está en quiebra y necesita ser rescatada, como lo ha prometido el Presidente electo, Andrés Manuel López Obrador. Es algo de lo bueno que traerá el cambio político decidido en las mesas de votación el pasado primero de julio.

López Obrador se pasó doce años machacando la necesidad de recuperar la soberanía sobre los hidrocarburos, rescatar a Pemex y hacer que México vuelva a ser autosuficiente en su consumo de combustibles. Para el bien de todos parece que está dispuesto a cumplir tal ofrecimiento. Ayer, el tabasqueño anunció una inversión de 2 mil 630 millones de dólares para modernizar las seis refinerías de Pemex.

Una de ellas es “Lázaro Cárdenas” en Minatitlán, al Sur del Estado, y las otras se ubican en Nuevo León, Guanajuato, Oaxaca, Hidalgo y Tamaulipas. También se ha anunciado la construcción de una séptima refinería que se ubicará en Tabasco, con una inversión de 100 mil millones de pesos, unos 5 mil millones de dólares.

Los dos proyectos estarían concluidos y en marcha después del año 2022 y tienen como objetivo detener la importación de gasolinas que actualmente se compran a Estados Unidos. Los últimos mandatarios buscaron desmantelar los complejos de refinación hasta dejarlos inservibles, detuvieron la inversión -la última refinería que se construyó fue en 1979, hace casi 30 años- para declarar insuficiente la producción de combustibles y justificar su importación.

Fue uno de los negocios más cuantiosos y apátridas que se hicieron. El mismo López Obrador habla de que anualmente diez empresas importadoras ganan 500 mil millones de pesos con ese negocio dañino para la economía nacional. El plan ahora es procesar localmente el petróleo y tener combustibles baratos para movilizar la economía interna y, en su caso, llegar al superávit para exportarlo como se hacía antes, lo que llevará a mediano plazo a recuperar la soberanía y la autosuficiencia energética.

Adicionalmente, la inversión de casi 8 mil millones de dólares que se anuncia para los dos proyectos repercutirá favorablemente en el consumo doméstico del País con la generación de empleos, el pago de salarios y, por ende, la capacidad de compra de las personas que se liguen a esos planes industriales.

Los tecnócratas y sus voceros afirman que no es negocio refinar petróleo, pues resulta más barato importarlo, una falacia difundida como si fuera verdad. ¿Si las refinerías no son negocio, por qué Estados Unidos tiene 139 de ellas frente a las seis mexicanas? Tan sólo en este año, en marzo pasado, se anunció la construcción de dos complejos más en Texas, cuya producción está destinada para surtir la demanda de México.

REFINAR POLÍTICOS

Por supuesto que el petróleo es negocio y mucho más en su estado refinado: gasolinas, turbosinas y diésel. Vaya, es tan jugoso que hasta los residuos generan utilidades que los ambiciosos no quieren dejar pasar. ¿Se acuerdan del proyecto fallido para crear Petróleos de Veracruz o del famoso proyecto Gavilán? El primero pretendía obtener la concesión de pozos en desuso para explotar sus remanentes, naftas pesadas altamente mezcladas con otros minerales.

El vender esos remanentes generaría dinero en abundancia que, por supuesto, sería para engrosar los bolsillos de los funcionarios. El segundo era un plan para impulsar la producción de polietilenos -en la industria de la petroquímica secundaria-, en el Sur del Estado y fue anunciado en el sexenio de la fidelidad, luego del fracaso del proyecto “Fénix” de Vicente Fox.

En esa época se presumía una inversión de hasta 6 mil millones de pesos en Veracruz, según lo cacareó el innombrable, pero todo terminó en un fiasco, igual que la Refinería “Bicentenario” que se construiría en Tula, Hidalgo, anunciada durante el Gobierno de Felipe Calderón. Nunca se hizo realidad y sólo se robaron 9 mil 600 millones de pesos invertidos. Ha sido una cadena de engaños y recursos saqueados con el pretexto de hacer resurgir la industria petrolera.

Actualmente el desempleo y la economía paralizada agobian las zonas petroleras de la Entidad. Tan sólo en el Sur de Veracruz se calculan unos 4 mil obreros despedidos desde la puesta en función de la Reforma Energética. ¿Cuántos empleos se recuperarán con las nuevas inversiones anunciadas? No hay un cálculo preciso ni tampoco la certeza de que regresará en su totalidad la bonanza de antaño, pero invertir en la industria petrolera nacional es lo mejor que puede hacer el nuevo Gobierno Federal.

Lo anterior porque a mediano y largo plazo el beneficio no se medirá en fuentes de trabajo, sino en la mejora de la economía nacional. Ojalá que la corrupción que ha sido el flagelo de la industria petrolera no estropee las buenas intenciones de hacerla renacer. Los corruptos que ya se incrustaron en el carro morenista no se refinarán con las bendiciones y decretos de fe.

Parece un tema de economía complicada, pero la ciudadanía debe estar al pendiente del mismo, pues lo que suceda con la industria petrolera alcanzará a todos, para bien o para mal. México se sigue moviendo por su petróleo y la política social -escuelas, hospitales, becas, programas de combate a la pobreza y de obra pública o financiamiento al campo- viene de lo que se extrae del subsuelo. Hay que impedir que se lo sigan robando.

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