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Año IV

Superiberia

Llegamos al cuarto año del sexenio en una semana tan llena de emoción, que ni una serie de Netflix.

Vayamos por partes.

Esta semana se inauguró un nuevo formato para que el Presidente rinda el mensaje con motivo del Cuarto Informe de Gobierno.

El formato es muy usado en Estados Unidos y se conoce como Town Hall, en el que se plantea una grada en semiágora y se establece un diálogo en el que se pregunta y se contesta.

Si a esto le agregamos la posibilidad de preguntar a través de las redes sociales, se vuelve más dinámico y cobra mayor interés, pues de ahí vinieron las preguntas más interesantes.

Prefiero mil veces el formato Town Hall, que el ladrillo de un informe presidencial tradicional, plagado de cifras, que duermen a un búho, o el que últimamente se ha usado, en el que invitan a la crème de la crème a Palacio Nacional a un evento faraónico, pero que no se salvan del clásico discurso más lejano que el planeta 9.

No obstante, el formato hubiese dado para más si el contenido hubiese sido menos “coreografiado” y las preguntas hubiesen sido espontáneas. El tono de la primera pregunta de la joven de Campeche que arranca diciendo “A usted le debemos todo”, demeritó, sin duda, el nuevo formato.

Entiendo que en un informe presidencial es un balance en el que, obviamente, los presidentes quieren decir sus logros, pero hubiese sido mejor un pequeño “bite” previo con estos y luego dejar fluir un diálogo fresco y auténtico con los jóvenes.

PIATTO FORTE:  ¿Cómo llegamos al cuarto?

Llegamos, como se pudo.

El documento que el secretario de Gobernación presentó en el Congreso (El mero Informe de Gobierno) está dividido en cinco temas: México en Paz, México incluyente, México con Educación de Calidad, México próspero y México con responsabilidad global.

En un vistazo somero, lleno de claroscuros, llegamos con enormes desafíos.

En lo que toca a “México en paz”, este año, sobre todo julio, fue el mes más violento de toda la administración peñista, con más de dos mil muertos.

No sólo eso, sino que recién salimos de una oleada de asesinatos en contra de varios alcaldes que supone una verdadera emergencia. ¿Qué falta?

En definitiva, urge sacar del cajón legislativo la reforma pendiente en materia de seguridad y extender a todo el país el “Mando Único” y si me apuran, la Policía Única con mando único, que suponga que en lugar de dos mil y tantos cuerpos armados, sólo exista una sola Policía por Entidad Federativa y una Federal.

No basta eso. Las policías deben estar debidamente capacitadas y con un nivel de compromiso mayor, con equipo profesional.

Otro de los grandes pendientes es dotar a las Fuerzas Armadas, a Defensa y a Marina, de una Ley, un soporte jurídico sobre su participación en labores de Seguridad Pública, para dar certeza y solidez al combate contra la delincuencia organizada, cuyo tamaño les ha permitido darse lujos como derribar un helicóptero del Ejército, lo que es inaceptable y se les debe combatir con todo como Estado.

Otro pendiente es crear una Ley clara, diáfana, sobre el uso de la fuerza, que dé certeza a los elementos que se enfrentan a semejante delincuencia organizada.

En lo que toca al “México incluyente”, el gran pendiente es el transitar con la Ley de los matrimonios igualitarios, así como el trabajo ejecutivo por una mayor equidad de género.

Respecto del “México con Educación de Calidad”, el tema ya no es tanto la Ley, sino la aplicación de la misma.

Nos encontramos en medio de un serio conflicto magisterial, que además de afectar lo más preciado que son los niños, que se quedan sin clases, también afectan los principales procesos económicos en las entidades más necesitadas de ellos.

En referencia al “México próspero”, el entorno es muy complejo, con el dólar casi en 20 pesos y un reciente ajuste a la baja de la previsión de crecimiento.

Es justo decir que algunas reformas estructurales, como la energética, facilitan la inversión en nuestro país. No obstante, no les ha llegado el momento de dar frutos, y su tangibilidad en el bolsillo de los mexicanos se ha afectado con los recientes aumentos de gasolina y electricidad.

Hay otras, como la fiscal, que aún aumentando la recaudación, han afectado la activación económica, que a la larga, rinde mejores dividendos, aplicando la máxima de “más simple, mejor”, gravando el democrático consumo por arriba del ingreso.

Finalmente, la “responsabilidad global”. Es claro que se venía haciendo un trabajo de la canciller Ruiz Massieu y su equipo, pero que la visita de Donald Trump constituyó un fuerte golpe a este esfuerzo.

Entiendo que la canciller se opuso. Conozco a destacados miembros del Servicio Exterior Mexicano y sé que nunca hubiesen hecho el movimiento que vimos, con el elemento más odiado del pueblo mexicano.

No dudo de las buenas intenciones, de privilegiar el diálogo, la diplomacia, quizá incluso calmar a los mercados, etc.

Pero eso se hace con jefes de Estado con los que se puedan establecer compromisos, no con fanfarrones e ignorantes como Trump, que previsiblemente nos vino a dar la mano y nos agarró el pie.

DOLCE: CONTROL

DE DAÑOS

Ahora, todo control de daños pasa, necesariamente, por la visita de Hillary Clinton, de quien no amarramos fecha de visita ANTES de recibir al pelafustán que ha insultado a México.

El café, con chocolate, para que no nos amargue.

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