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Citla, el perro de la montaña

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Mariano Escobedo.Hace siete años, un albañil, a quien contrataron los responsables de una universidad a fin de construir un laboratorio que serviría para experimentar algo que luego abandonaron, ascendió con su cachorro al Parque Nacional Pico de Orizaba, sin saber que éste se quedaría en el sitio.

 

Estaba a una altura de 4 mil 400 metros sobre el nivel del mar, y mientras trabajaba en el proyecto, permitía que el animal caminara libre por toda la montaña; observaba cómo camionetas subían y bajaban con personas, el perro, por curiosidad, empezó a ir hasta donde estaban.

 

Los visitantes lo alimentaban y le hacían cariños antes de que empezarán a ascender, luego regresaba con su amo y así fue durante varias semanas de su estancia. 

 

Al terminar el encargo, el alarife trató de bajar a su mascota, pero se negó a obedecerlo, prefirió quedarse por el amor que le daban quienes llegaban al albergue continuamente. 

 

Por lo que decidió respetar su voluntad, y así comenzó la historia del legendario Guardián del Citlaltepetl, el perro de la montaña, el gran Citla. 

 

El nombre se le dio por el lugar donde se encontraba, aunque se redujo a sólo un fragmento, creció y se alimentó de lo que los alpinistas y turistas le daban, en agradecimiento los acompañaba a pernoctar, y al día siguiente veía como ascendían hacia la cumbre mientras los esperaba impaciente en el albergue.

 

 Poco a poco fue subiendo más y más, hasta que un día hizo cumbre, y desde ese entonces se convirtió en el guía por excelencia del majestuoso Pico de Orizaba.

 

A Citla lo quieren miles de alpinistas y no alpinistas, y es que se lo supo ganar a pulso, guió a personas hasta la cumbre, les indicó por medio de ladridos que iban por mal camino, incluso, encontró a extraviados en Sierra Negra, ademas tiene tan desarrollado su instinto que detecta enseguida quién sufre de mal de montaña, y lo acompaña en todo momento.

 

Quienes lo conocen, relatan que si alguien está pasando una noche muy fría en el albergue, se echa a su lado, en los pies o cabeza para brindarle calor y que se sienta abrigado y mejor en su estadía.

 

Es todo un héroe y un perrito que no pide nada a cambio más que compañía y alimento, manifestó Hugo Aguilar, autor de la historia del can guardián.

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