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De política y cosas peores

Superiberia

El cuento con que empieza hoy este artículo es de color rojo subido. (Para los españoles esa clase de cuentos pícaros son verdes, y para los norteamericanos son azules). No se comprende que el autor lo narre en un día como hoy, primero del mes, lunes, fiesta dedicada por la Iglesia Católica a recordar a Todos los Santos, y además aniversario del glorioso Ateneo Fuente, la más antigua e ilustre institución educativa de Coahuila, mi estado natal. Pero más vale un lápiz débil que una memoria fuerte, y a fin de no olvidar la supradicha narración el escribidor le da salida ahora. 

Dulcibella y su novio Pitorro se iban a casar, y la fecha de su boda estaba cerca. Valido de esa circunstancia el anheloso galán le pedía a su dulcinea un adelanto de los goces de himeneo, pero ella se resistía a obsequiar la petición, pues su mamá le había dicho: “De la cerca lo que quiera, pero de la huerta nada”. En observancia de tan sabia -y realista- enseñanza ella le permitía a su galán llegar hasta la tercera base en caricias dulces y sabrosos toqueteos, pero no lo dejaba robarse el home. 

Una noche en que él se mostraba particularmente insistente en su demanda la muchacha le dijo; “Ya falta poco para que nos casemos, Pito. ¿Acaso no puedes aguantar la espera?”. Repuso él: “Se me va a hacer muy larga”. Eso llamó la atención de Dulcibella. Preguntó con marcado interés: “¿Qué tan larga?”. (Nota: Tenía razón Pitorro: el tiempo se alarga para quien espera lo deseado. Dum spiro spero, decían los latinos. Mientras respiro espero. Eso equivale a decir “Mientras hay vida hay esperanza”). 

Sonaron las 12 de la noche en el reloj del palacio real y Cenicienta corrió presurosa a la salida. De inmediato fue tras ella el Príncipe Azul. Al bajar por la escalera se le salió a la hermosa joven una de sus zapatillas de cristal, que recogió el enamorado galán. Le dijo la Cenicienta: “Dame la zapatilla, por favor. Tengo un date con otro príncipe”. (En inglés coloquial un date es una cita, generalmente con persona del sexo  opuesto. 

Ese mismo lenguaje popular es el que recogí ayer en la expresión “Does she still has her cherry?”, sobre la cual mis cuatro lectores me hicieron notar atinadamente que en inglés correcto debe ser: “Does she still have her cherry?”. Otras veces he usado la forma ain’t, incorrecta también, pero empleada por muchos en el habla cotidiana. 

Agradezco la llamada de atención de quienes me leen). He aquí una lista: 1-. El Popocatépetl. 2-. La Torre de Pisa. 3-. El teorema de Pitágoras. 4-. Las películas de Lassie. 5-. El Parlamento inglés. 6-. Timbuctú. 7-. Las canciones de Cri Cri. 8-. El Abominable Hombre de las Nieves. 9-. La Guerra del Peloponeso. 10-. Don Marcelino Menéndez Pelayo. 

He enumerado una decena de seres y cosas con los cuales López Obrador no se ha metido (hasta ahora). Cuando agote su extenso y variopinto repertorio de adversarios a quienes culpa de sus fallas puede enderezar sus denuestos contra cualquiera de esos entes. Le garantizo que con ellos tendrá una muy lucida -si bien no lúcida- comparecencia mañanera, distraerá a sus feligreses y los hará olvidar que en su régimen, el de la decantada 4T, México  va de bajada en todos los órdenes, y de subida en todos los desórdenes. 

Don Terebinto sospechaba que su esposa le era infiel. Le reclamó: “De seguro te estás viendo con mi amigo Pitorrango”. Ella no dijo nada. “O si no -continuó el celoso marido-, has de estar saliendo con mi amigo Pijano”. La mujer guardó silencio. “Entonces -aventuró don Terebinto- tu querindongo es mi amigo Follalón”. “¡Bueno! -estalló en ese punto la señora, llena de indignación-. ¿Pues qué te estás creyendo? ¿Que yo no tengo mis propios amigos?”. FIN.  

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