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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES  

Superiberia

Por: Catón / columnista

Todos los extremos son malos

Tendidos en el tálamo nupcial estaban los recién casados, dispuestos ya a la dulce entrega que consuma el matrimonio tanto en los términos del Código Civil como del Derecho Canónico eclesial. El enamorado novio empezó con ternura las acciones. Le preguntó, amoroso, a su tímida dulcinea: “¿De quién han sido siempre estos ojitos?”. “Tuyos, mi amor” –contestó ella. “Y esta naricita ¿de quién ha sido siempre?”. “Tuya también, mi cielo”. Lo urente del momento y la ardorosa llama del instinto hicieron que el apasionado galán abreviara el interrogatorio. Se saltó bastantes partes; echó a rodar toda mesura y preguntó, vehemente: “Y estas cochototas ¿de quén han sido siempre?”. Ella, entonces, respondió con insólita franqueza. “Estas cochototas han sido de Pedro, Juan y varios; pero la naricita y los ojitos han sido sólo tuyos”… Conozco dos sabrosos dichos mexicanos, ambos pertenecientes a la religiosidad del pueblo. El uno incita a la munificencia; el otro exhorta a la morigeración. Dice el primero: “¡Échenle copal al santo, aunque le jumeen las barbas!”. Reza el segundo: “Con tiento, santos varones, que el Cristo está apolillado”. Entre una y otra de esas opuestas actitudes podemos poner la expresión horaciana tan usada –y tan mal traducida casi siempre- que aconseja una “aurea mediocritas” como fórmula de buen vivir. Todos los extremos son malos, enseña la filosofía parda. “Aurea mediocritas” no es dorada mediocridad; es dorado justo medio que nos aleja de perniciosos extremismos. Mi opinión sobre el financiamiento público de los partidos es que los dineros que se les han de entregar no deben ser ni tan escasos que los pongan en el trance de allegarse recursos ilícitos ni tan excesivos que hagan de esos partidos ocasión de lucro personal para mercaderes de la política, lo cual provoca el justo enojo de la comunidad. Se debe buscar un sano equilibrio que sitúe a los partidos en la honrada medianía republicana predicada por don Benito Juárez, que lo mismo aleja de una pobreza menesterosa que de una insultante opulencia. Eso, con una estrecha vigilancia sobre la procedencia de los recursos partidistas, ayudará a evitar los abusos derivados de una partidocracia todopoderosa que en hora mala se instauró en nuestro País, y que hoy por hoy domina la vida pública de México… Don Algón entrevistaba a la linda chica que pedía el puesto de secretaria. “Dígame, señorita Rosibel. ¿Cuál diría usted que es su principal habilidad?”. Ella preguntó a su vez con insinuante tono: “¿En la oficina o fuera de ella?”… El vaquero de rodeo le dijo con jactancia a la avispada chica que bebía su copa en el bar: “Soy de Texas, preciosa, donde los hombres son hombres y las mujeres son mujeres”. “¿Ah sí? –se interesó ella-. ¿Y en cuál de los dos bandos te sitúas?”… La esposa de Usurino Matatías le contó a una amiga: “La semana antepasada mi marido y yo comimos pollo, y lo mismo la semana pasada y ésta”. Comentó la amiga: “Entonces tu esposo no es tan avaro como dicen”. Aclaró la señora: “Es el mismo pollo”… El empleado del censo llegó a una granja y fue recibido por un niño que andaba persiguiendo pajarillos con su tirachinas, hulera, resortera o tirador. Le preguntó: “¿Está tu padre?”. “No –respondió el pequeño-. Se fue de pesca. Eso es lo que le gusta hacer”. “¿Y tú mamá?”. “Tampoco está –dijo el chiquillo-. Fue de compras al pueblo. Eso es lo que le gusta hacer. Quiso saber el del censo: “¿Hay aquí alguna persona mayor?”. “Mi hermana” –replicó el chamaquito. Pidió el visitante: “¿Puedo hablar con ella?”. Le informó el niño: “Seguramente está en el granero con su novio. Sólo hay dos cosas que le gusta hacer, y la tele está apagada”… FIN.   

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