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Diálogos en el congreso

Superiberia

Por: José Miguel Cobián Elías  /  columnista

Tuve la oportunidad de visitar la Cámara de Diputados de Veracruz y allí un amigo mutuo me presentó al diputado electo de Morena Juan Javier Gómez Cazarín, del distrito XXV.   

No quise desaprovechar la oportunidad y comencé de inmediato a medir al diputado electo. Uno de mis métodos favoritos para entender la personalidad de quien me acaban de presentar es provocarlo de tal manera que pueda yo observar si se sale de sus casillas y sobre todo cómo reacciona bajo la presión de un extraño.

Le comenté al diputado que por favor tuvieran mucho cuidado los legisladores entrantes de Morena, le insistí una y otra vez, en que no fueran a comenzar a declarar tonterías, como hemos visto a uno que otro de los diputados federales, ya sea de Morena, PT, o PES, que parece que se les hacía tarde para comenzar a hacer el ridículo. 

Intenté en varias ocasiones provocarlo para que se enojara y se saliera de sus casillas. Le dije que ellos (los diputados locales) tenían un compromiso con aquéllos que votamos y promovimos el voto a favor de Morena, sin buscar ni un puesto público ni mayor interés que lograr un verdadero cambio.   

“Ya estoy harto de que mis amigos me buleen y me reclamen por las tonterías que comenta algún diputado federal, o peor aún un próximo secretario de estado”, (esto último en alusión al próximo Secretario de Comunicaciones y Transportes, que también ha luchado de manera denodada por ocupar un puesto en el tren del meme y de la burla a partir de sus acciones en contra del aeropuerto de Texcoco y sus participaciones tan desafortunadas en programas de televisión abierta.

Cabe aclarar que el Diputado electo no sabía que yo escribía en algún medio de comunicación, lo cual quizá sea positivo, pues los políticos en general odian a quien ejerce el periodismo ya sea en forma de crónica, reportaje o columna, o crónica-columna como es este caso.

La reacción que obtuve fue totalmente inesperada.  El diputado me contestó que intentarían no cometer errores. Inmediatamente me dio su número de teléfono con el fin de que si yo detectaba que estaban haciendo tonterías o cometiendo errores, pudiera comunicarme directamente con él y comentar el asunto.    

Cabe aclarar que en ese momento, el que estaba incómodo era quien esto escribe, pues jamás esperé una reacción de ese tipo de alguien que acaba de ganar una elección y formará parte de un Gobierno que obtuvo récord de votos por parte del Ejecutivo y arrasó en el Legislativo, al grado de llevarse 30 diputados entre uninominales y plurinominales.

De repente, creo que el Diputado al fin se molestó, pues un poco airado me contestó que seguramente cometerían algunos o muchos errores. En ese momento me sentí muy alegre, pues pensé que ya había logrado mi objetivo y conocería la verdadera personalidad del originario de Hueyapan de Ocampo.

Enseguida, Juan Javier me explicó que los diputados de Morena provienen de un proceso popular, desde la selección hasta la elección de los candidatos, por lo tanto, no fueron escogidos por su talento político, su conocimiento legislativo o su habilidad en la tribuna. En pocas palabras me recalcó que eran simples mexicanos, dejando en el aire el sentir de que rara vez son los mexicanos de a pie los que tienen la oportunidad de llegar a un Congreso y legislar.

Antes de que yo pudiera alegar sobre la necesidad de personas preparadas y capacitadas para la labor, recalcó que la gran ventaja de los diputados de Morena es que su vocación es romper con la costumbre de corrupción.  Que siempre será mejor un mexicano común y corriente que sea bien intencionado y que busque el bien de Veracruz (en este caso hablábamos del Congreso local), por encima de alguien con títulos y experiencia que sólo busque lograr objetivos perversos, como muchos de los diputados que han pasado por el Congreso del estado, de los demás estados e incluso el Congreso federal.

Ante ese argumento, decidí no contestar nada, pues si bien es cierto que considero necesario el conocimiento para ser un buen diputado, también es verdad que a la fecha la mayoría de los diputados locales se han dejado convencer con buenos argumentos $$$$ para apoyar las propuestas y leyes que el Gobernador en turno desea sean aprobadas.    

Amigos panistas se han quejado una y otra vez de los diputados de Morena de la Legislatura que está por fenecer, porque se niegan de manera sistemática a aprobar lo que manda el Gobernador, mientras que para los panistas los deseos del gobernador son órdenes, que deben acatarse sin excusa ni pretexto.

Me despedí del diputado Gómez Cazarín, pensando si sería pariente de María Isabel Cazarín, una chica que conocí en mi adolescencia que hacía palpitar mi corazón, y también pensando que durante mucho tiempo hemos tenido diputados sabios y preparados como Carmelita Salinas en el Congreso federal, o como Manlio Fabio Beltrones, y que a fin de cuentas, las leyes no han salido considerando el interés de la Nación por encima de cualquier otro interés.

Quizá en éstas épocas valga la pena correr el riesgo, apostando a diputados populares, emanados de y electos por el pueblo, pero que antepongan el combate a la corrupción y el amor por México por encima de sus propios intereses. El tiempo dirá si estoy equivocado o no.  Mientras tanto, Juan Javier pasó el examen.

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