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El carnicero de la cabaña, endurecerse sin perder la cordura

Superiberia

Un espectro recorre el mundo desde fines de los años 60’s, la foto de Ernesto Che Guevara. Su imagen convertida en banderín de la juventud rebelde, ha sido reproducida hasta las nauseas en posters, camisetas, llaveros y hasta calzoncillos. El mítico guerrillero se ha convertido en un fetiche del consumo capitalista y burgués que tanto odio. Sin dejar de ser por eso una de las figuras de la mitología Revolucionaria. 

Ernesto Che Guevara es venerado como un ser celestial, a pesar de su conocido papel en el baño de sangre con que se inauguró la revolución castrista. Él se ganó muy rápido la confianza de Fidel Castro al ofrecerse para la primera ejecución sumaria en la guerrilla de la sierra Maestra. Entró en La Habana en 1959 con su leyenda Guerrillera y su famosa estrella de comandante.

Inmediatamente se hizo cargo de la jefatura de “La Cabaña” una tenebrosa fortaleza colonial donde fueron ejecutados centenares de reos, primero batistianos y después opositores anticastristas, condenados por contra-revolucionarios en juicios sumarios sin las mínimas garantías procesales. La mayoría de ellos no llegaba a los 30 años.

Se sabe que algunos de los llamados tribunales revolucionarios llegaron a sentir remordimientos de conciencia a la hora de dictar sentencias de muerte o largas penas de prisión por acusaciones infundadas.  El Che Guevara no se andaba con esos cuentos, frío y calculador, carecía de los escrúpulos primarios de moral, y en su condición de máximo responsable de los fusilamientos en “La Cabaña”, exigía que en los juicios sumarios prevaleciera el celo militante por encima de cualquier consideración de orden jurídico. En las sentencias prefabricadas que él mismo revisaba y aprobaba no cabía el titubeo de la duda razonable de la “justicia burguesa”.

Su divisa no era “en la duda abstente”, sino la de los tiempos de la sierra maestra: “ante la duda mata”. Sus órdenes no estaban exentas de esa fina ironía, que cautivó a más de un intelectual en todo el mundo. En ocasiones mandaba al paredón escribiendo esta nota breve y terminante “Dale Aspirina”. La macabra Aspirina del Che cundió de tal modo que se le llegó aplicar a antiguos compañeros de armas . Por lo que quizás no estuviera del todo mal el poeta Roque Dalton cuando proclamó: “el socialismo es una Aspirina del tamaño del sol”. Tiempo después él mismo pudo comprobar en carne propia lo que es la Aspirina socialista según la receta del Dr. Guevara. Nada menos que sus propios camaradas de la guerrilla lo ejecutaron en La Cabaña.

Otra frase atribuida al Che “endurecerse sin perder la cordura” que también ha causado fascinación, que no se entendía bien que “endurecerse” significaba en clave guevarista aplastar sin piedad al adversario político. O dicho en otras palabras que el propio Che usó para definir el papel de buen revolucionario, endurecerse es convertirse en “una efectiva violenta y selectiva máquina de matar a sangre fría”.

El Che alcanzó la categoría de mito porque encarnó las actitudes rebeldes de una época turbulenta. Eran tiempos donde los jóvenes combinaban el rock y la droga, con el descontento político. Se forjaban nuevos ídolos representantes del radicalismo que marcó lo 60’s . La figura de Guevara les venía de perlas. Pero más que nada se debe al impacto de una foto tomada siete años antes de su muerte, muy al estilo poético romántico del gusto de aquellos años Hippies. Sin embargo, la distancia histórica permite tirar la foto en la basura, donde fue a parar la utopía fallida que le sirvió de marco revolucionario. La pobreza de la Isla y su gobierno son de repudio mundial. 

La idolatría del verdugo castrista es uno de esos contra sentidos de que se nutre el ideario “anti-imperialista”. La foto instantánea del fotógrafo Korda nos oculta la dimensión sanguinaria de ese espectro que recorre el mundo. Entre los cubanos mejor conocido como “El carnicero de la cabaña” así lo veo yo desde las gradas y Ud.? pepejets@hotmail.com

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