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Las cámaras no cuidan a nuestros niños

Superiberia

Durante tres años hemos recibido más de un centenar de cartas de lectores que se preguntan cuáles son los criterios de la Secretaría de Seguridad Pública para instalar sus cámaras de vigilancia urbana, coincidiendo todas las misivas en una única cuestión ¿Por qué un gran porcentaje de los espacios públicos infantiles del Distrito Federal, en especial las áreas de juegos de los parques, carecen de uno de estos dispositivos?

“Yo no seré un experto en el tema, pero ¿Acaso no se debería comenzar por proteger las áreas donde se encuentra la población más vulnerable?”, se pregunta el lector Rubén Lazcano, quien hace unas semanas fue despojado de su reloj y efectivo en el área de juegos del Parque Hundido, mientras vigilaba a su hijo en las resbaladillas. 

De otras demarcaciones, más padres de familia nos han escrito largos correos donde describen la falta de videocámaras en parques de delegaciones como Gustavo A. Madero, Iztacalco, Benito Juárez, Cuauhtémoc, Álvaro Obregón y Azcapotzalco, y cómo a menudo las áreas infantiles son invadidas por adultos sin niños que se dedican a observar a los papás y a sus hijos. 

“Creo que a miles de padres de familia nos deben una explicación las autoridades y los responsables de coordinar la instalación de las cámaras de seguridad, pues hay una enorme falta de criterio acerca de las zonas donde realmente pueden ser de gran ayuda”, afirma en su misiva la señora Estefanía González. 

Un caso curioso es el de quien se identifica únicamente como la “señora Ramírez”, y que suele acudir al parque ubicado en las calles de Nueva York y Georgia, en la colonia Nápoles, donde se encuentra el espacio de juegos infantiles Alfonso Esparza Oteo, donde tampoco existen cámaras de vigilancia urbana. 

Después de que a una señora le fuera arrebatado su bolso en dichas áreas de juego, la señora Ramírez se ha dedicado junto con otras mamás, según sus propias palabras, a “hacerle la chamba a las autoridades”, fotografiando con sus teléfonos celulares a todos los individuos sospechosos que cruzan el perímetro enrejado de las áreas infantiles y se dedican a observar a los niños. 

“Ya tenemos identificados a varios tipos que entran a las áreas infantiles todos los días, supuestamente a descansar y durante dos o tres horas no quitan la mirada de las familias. Algunos de ellos incluso introducen bebidas alcohólicas cubiertas con bolsas de súper. Es una pena que las cámaras de seguridad que son pagadas con nuestros impuestos no se coloquen en los sitios donde nuestros hijos son vulnerables”, afirma la señora Ramírez. 

Y mientras tanto, otro lector, el señor Arturo Mesa, exhorta a las autoridades a incrementar rondines de seguridad en los parques, poniendo especial atención en las áreas de juegos infantiles, pues asegura que los padres de familia se han convertido en un blanco fácil de la delincuencia por la vulnerabilidad que significa estar al cuidado de un menor. 

“En 2010 me asaltaron en el Parque de los Venados cuando esperaba que mi hijo se bajara de uno de los juegos, lo mismo le sucedió a unos conocidos en un sendero del Parque Hundido, a otros en el parque de Santa María la Ribera, la delincuencia ya no respeta a nadie y por eso urgen mas cámaras de seguridad en los espacios públicos infantiles”. 

Mientras tanto el Proyecto Bicentenario de videocámaras sigue arrojando buenos resultados en el combate a la delincuencia, pero centenares de lectores coinciden en que urge atender las peticiones en torno a las áreas infantiles, antes de que ocurra algún incidente que demuestre que somos la ciudad donde el pozo se tapa después del niño ahogado.

homerobazanlongi@gmail.com

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