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El gran misterio

Superiberia

Ya se venía diciendo que el tema económico no iba bien. Que apenas dieran a conocer las cifras sobre inflación y crecimiento el Banco de México y después el INEGI, Hacienda tendría que hacer un reajuste a su pronóstico de 3.9% para 2014.

Los mercados lo habían descontado. Lo que quizás no se había previsto era la ola de críticas a dependencia que maneja la economía del país.

Y es que la semana que acaba de transcurrir no ha sido buena ni para la dependencia ni evidentemente para la economía del país.

The Economist, influyente semanario británico, pasó de decir que estábamos en el Mexico Moment a que somos una frustración. (Ver  el paso de Mexico’s Moment http://www.economist.com/news/21566314-enrique-pe%C3%B1a-nieto-mexicos-n… a Jam mañana: A frustrating start to the year, aquí: http://www.economist.com/news/americas/21602697-frustrating-start-year-j…).

¿Por qué no crecemos si el gasto público se ha acelerado en más de 13%? Ésa es la gran pregunta.

Las explicaciones que ha dado el gobierno a nuestra falta de crecimiento han sido señalando a causas exógenas y transitorias: la débil economía global y la particular situación de la economía de Estados Unidos que implica baja en nuestras exportaciones y en la entrada de remesas.

Llamó la atención que en estos días el secretario de Hacienda agregara dos factores internos a la explicación sobre nuestra falta de crecimiento: el menor consumo asociado a la entrada en vigor de nuevos impuestos por la Reforma Fiscal y la menor producción petrolera, que evidentemente pega en los ingresos del gobierno.

A ello sumó la necesidad de que se aprueben las reformas estructurales, las cuales, según Hacienda, eliminarán cuellos de botella en la economía, reducirán los precios de los insumos como energía y telecomunicaciones y detonará inversión. Tras las reformas, Hacienda ha pronosticado una recuperación para el segundo semestre de 2014 y un crecimiento de 5% para 2016.

La detonación de la inversión, dependerá de qué tan atractivas resulten las iniciativas aprobadas. El sexenio pasado la Reforma Energética aprobada no logró atraer prácticamente nada de inversión.

La reducción de los precios de energéticos se antoja más complicada toda vez que no dependen exclusivamente de éstos, de lo que se haga o deje de hacer en México. Son precios fijados a nivel internacional por leyes de oferta y demanda. Si aquí queremos controlar los precios para bajarlos, sólo se podrá vía subsidios. Como el que paulatinamente se ha ido eliminando en la gasolina. ¿Queremos regresar a ese esquema? Lo dudo. Pero tras esta revisión a las expectativas de crecimiento y tomando en cuenta las palabras del secretario de Hacienda de que el gasto gubernamental no ha sufrido ni sufrirá ajustes, el gran misterio que queda por resolverse es ¿en dónde o en qué se está gastando? ¿A dónde ha ido a parar ese 13% adicional del gasto público?

La falta de respuesta me parece que explica la difícil situación económica por la que estamos pasando.

                Twitter: @AnaPOrdorica

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