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EL MINUTERO

Superiberia

Andrés Timoteo
Columnista

HOSPITALES EN COLAPSO
Aun con la evidente dislexia discursiva del gobernante en turno y el afán de maquillar cifras, hay la sensación de que algo muy grave está pasando en el Sector Salud de Veracruz respecto a la epidemia del Coronavirus. El indicio más preciso son las declaraciones inestables -por no llamarlas incoherentes- de Cuitláhuac García, quien el viernes de la semana pasada lanzó la perla digna del museo:  lo mejor contra la gripe es no enfermarse.
Lo hizo al referirse a la situación de los hospitales públicos en los que hay, según él, una ocupación del 64 por ciento y si bien se deduce que todavía hay un 36 por ciento de camas libres para atender a quienes se infecten por el Covid-19 y requieran hospitalización, la cifra es engañosa porque el mismo García Jiménez expuso lo falible de los nosocomios al asegurar que “están en una situación muy compleja”.
Además, señaló que por atender a los enfermos de Coronavirus se tendrá que dejar de auxiliar a quienes padezcan otras patologías y que los médicos están forzados y agotados. A pesar de su limitado léxico, el gobernante trasluce que la red hospitalaria está por colapsar y que hay un desastre en la administración de la misma, pues es impensable que se deje de atender al resto de la población para abocarse solo a la gripe. En ninguna administración pública se justifica tal desbalance que traduce en la pérdida de vidas.
Una muestra de lo anterior es lo sucedido a un joven repartidor que la noche del sábado 18 fue atropellado por un automovilista en Xalapa y no lo recibieron en ningún hospital bajo el argumento de que no había camas disponibles y murió en la madrugada del domingo. Otro indicio es la renuncia, dada a conocer el fin de semana, de un grupo de médicos en el Hospital Regional de Río Blanco, debido a que no se les pagó su salario y son obligados a trabajar sin los insumos suficientes para su protección epidemiológica.
Ya no se diga de la serie de amparos judiciales que han tramitado otros galenos y enfermeras para no laborar bajo alto riesgo por la desidia de las autoridades estatales en otorgarles material de protección. O la cascada de fallecimientos entre el personal sanitario por las mismas causas. Entonces, hay que tener en cuenta que la hecatombe que se asoma en los sanatorios administrados por el gobierno estatal no es consecuencia total de la pandemia del Covid-19 sino de la negligencia e irresponsabilidad oficiales.
Lo exiguo en los hospitales públicos es uno de los factores que anticipan un desastre humanitario para los meses por venir. El panorama es de terror, ya lo expuso la Universidad de Washington, en Estados Unidos, que estima casi 18 mil fallecimientos en Veracruz para octubre próximo, es decir, casi siete veces más de los 2 mil 500 que se registraban hasta ayer domingo. A nivel nacional, según la institución, se tendrían 88 mil muertos en esa misma fecha y Veracruz aportaría el 23 por ciento de las víctimas, una cifra elevadísima y reveladora de la catástrofe en puerta.

FLECHAS A LA LUNA
Dos bulos se soltaron respecto al reciente cambio de titularidad en la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT). Uno, azuzado a nivel federal, de que la renuncia de Javier Jiménez Espriú fue porque estaba inconforme por la orden presidencial para que la Secretaría de Marina se haga cargo de las aduanas en los puertos. ¿Desde cuándo un secretario se rebela por las decisiones de su jefe, más uno tan agachón como Jiménez Espriú y en un contexto de caudillismo rapante en el lopezobradorismo? Mentira, ese fue el recurso para sacarlo del gabinete.
En realidad, el objetivo es alejarlo del circulo presidencial para que el escándalo por venir que alcanzará a su familia no manche a palacio nacional y, en especial, no le acerque la hornilla al tabasqueño Andrés Manuel López Obrador, ahora que el ex director de Petróleos Mexicanos (Pemex), Emilio Lozoya, está por declarar ministerialmente sobre la corrupción en el sexenio peñista,.
La esposa de Jiménez Espriú, Elisa Margarita Gutiérrez Saldívar, está ligada a esa corrupción del sexenio de Enrique Peña Nieto, pues es socia del Grupo Idesa que recibió contratos de la paraestatal y que desde el 2010 está asociada con la firma Braskem, filial de brasileña Odebrecht en el negocio del complejo Etileno XXI de Coatzacoalcos. Es decir, la lumbre que soltaría Lozoya pasa a quemar a la familia Jiménez Espriú y por eso era necesario alejarlo del mandatario nacional. Odebrecht pagó sobornos a cambio de recibir concesiones como la Etileno XX1.
La otra mentira es muestra de ese localismo que le dispara flechas a la luna. Algunos en la aldea veracruzana aseguraban que el empresario constructor -ligado al duartismo- y diputado federal por Boca del Río, Ricardo Exhome Zapata sería ¡el sustituto en la SCT! Risas. La ignorancia es osada y los localistas quisieron tomar el pelo a la opinión pública. ¿Se imaginan este señor como secretario de despacho? Bueno, si ya con tener a la zacatecana Rocío Nahle en la Secretaría de Energía es despropósito suficiente.
Exhome Zapata, quien a duras penas puede escribir su nombre completo, no tiene tras de sí mas que el apellido de su abuelo -un ilustre militante del viejo priismo- y el negocio de su constructora siempre acostumbrada a hacer obra pública al amparo de los gobiernos en turno, aunque ninguna de gran calado: un puente, una calle, una carretera, lo que en el mundillo de los constructores consideran bisutería. ¿A poco alguien creyó que en realidad tenía los tamaños para ser encargado de la dependencia nacional? Más risas. Nada, escúchenlo hablar en público -los que no lo han hecho- para comprobarlo.
Por supuesto que nunca estuvo contemplado para ocupar el cargo que finalmente le dieron al septuagenario Jorge Arganis Díaz Leal, otro fiel lacayo del tabasqueño. Por cierto, la segunda promoción de este señor Exhome Zapata es para contender a la alcaldía de Veracruz en el 2021 aunque tampoco le da para eso. Es cierto, es la “mejor carta” de Morena en ese municipio -aunque viva en Boca del Río-, pero la ‘caballada’ marrón está tan calamitosa que un tipo como él es la baraja más destacada. Pena ajena.
El partido Morena es casi inexistente en la conurbación costera -tampoco gana en Boca del Río- y los anuncios de candidaturas tempranas no son más que fuegos artificiales. Más hilarante es que en la terna para el puerto de Veracruz también incluyan a Rosa Hernández, la subdelegada del Bienestar, conocida en su colonia como Doña Chanclas, una fidelista pertinaz que no gana ni en su barrio. En fin, son los folcloristas que le tiran flechas a la luna, ya se dijo.
 
BATMAN MILLONARIO
En el tema de los sobornos y financiamiento de campañas priistas que la transnacional Odebrecht hizo en Veracruz, el periódico digital “Animal Político” difundió que, de acuerdo con las pesquisas de la Fiscalía General de la República (FGR), la empresa brasileña aportó 500 mil dólares a la campaña de Javier Duarte en las elecciones del año 2010. Si en ese año la moneda americana estaba en 13 pesos, entonces fueron 6.5 millones de pesos el monto de la coima recibida.
Duarte de Ochoa vendió barata la influencia que tendría Odebrecht en su gobierno pues su antecesor, el innombrable, recibió 12 millones de dólares del cártel de Los Zetas en la campaña electoral del 2004, lo equivalente -según la cotización de ese año que era de 11.28 pesos- a 135 millones de pesos a cambio de que el grupo criminal convirtiera la entidad en un infierno.
Odebrecht conectó con la campaña duartista por medio de Emilio Lozoya y operó con la constructora local Ruso, propiedad del extinto empresario porteño, Felipe Ruiz Ortiz. El dinero fue autorizado por Luiz Antonio Mameri quien era director para América Latina de Odebrecht y a esa operación se le asignó el nombre de “Batman”. La segunda operación fue llamada “Robín” y era el financiamiento a la campaña electoral de Tamaulipas también en ese año.
Una vez que Duarte de Ochoa se hizo de la gubernatura, entre 2011 y 2013 entregó le contratos para construir y operar durante 25 años presas hidroeléctricas en los municipios de Puente Nacional y La Antigua en los que invertirían 7 mil 500 millones de pesos. Es más, el propio gobierno del estado se hizo socio de Odebrecht en una empresa denominada Propósitos Múltiples Xalapa con una participación accionaria del 28 por ciento.
También como parte del pago del financiamiento electoral, el duartismo desapareció el Sistema Metropolitano de Agua y Saneamiento (SAS) que administraba la red de agua potable en los municipios de Veracruz, Boca del Río y Medellín de Bravo para entregarla en concesión por 40 años a la brasileña Odebrecht y la española Aguas de Barcelona que se aliaron con una empresa local -supuestamente propiedad, a través de prestanombres, del innombrable- y se creó el corporativo Grupo Metropolitano de Agua y Saneamiento (MAS).
La intención era también entregar a Odebrecht concesiones a largo plazo para el manejo de agua potable en otras zonas conurbadas como Poza Rica-Coatzintla, Xalapa-Coatepec, Tlalnelhuayocan y Coatzacoalcos-Minatitlán-Cosoleacaque, pero afortunadamente el sexenio no les alcanzó. Ahora que el exdirector de Pemex, Emilio Lozoya, comience a delatar a sus cómplices los negocios de Odebrecht con el duartismo y la fidelidad deberán salir a la luz pública. Se deberá cumplir ese aforismo de que el excremento siempre flota.

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