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¿Fuerza o autoritarismo?

Superiberia

El 10 de enero de 1989, a las nueve de la mañana, fue detenido en su casa de Ciudad Madero, Tamaulipas, el dirigente del sindicato petrolero Joaquín Hernández Galicia, La Quina. Unos meses antes había amenazado al presidente De la Madrid: “Si se hunde Pemex, se hunde México y se hunde usted”, y había financiado una campaña en contra del candidato del PRI, Carlos Salinas de Gortari. Pasó nueve años, menos un mes, en la cárcel. Poco más de tres meses después, el 23 de abril, renunció el líder del magisterio, Carlos Jonguitud Barrios, que fue sustituido por Elba Esther Gordillo. 

Ayer por la tarde fue detenida Elba Esther Gordillo, por oscuros manejos financieros y lo que antes se llamaba enriquecimiento inexplicable. La historia, pues, parece repetirse, pero 24 años no pasan en balde. En ese tiempo, aunque parezca extraño, el presidente que detuvo a un líder y forzó la renuncia del otro acabó en el descrédito, desperdició el giro modernizador que él mismo había promovido, y heredó una crisis financiera muy seria que, finalmente, abrió paso al final del régimen de la Revolución en 1997. 

Después de dos sexenios en que gobernó el PAN, el PRI regresa al poder y va sumando acciones que no dejan totalmente claro en qué dirección nos movemos. Por un lado, es indudable que la caída del viejo régimen dispersó el poder y debilitó al Estado conforme se fortalecían otros grupos, incluyendo a estos sindicatos. Por otro, ese debilitamiento del Estado es lo que ha permitido la democracia en que vivimos, con todos los defectos que se quiera. No estoy seguro de que la aplicación selectiva de la ley sea el mejor camino para acabar con los poderes fácticos y recuperar la centralidad del Estado. 

Visto desde el otro lado, el descabezamiento de una organización corporativa y autoritaria, como son los sindicatos en México, no es una acción que modernice o democratice nada. Sirve como muestra de poder, sirve como mecanismo de redistribución de fuerzas, pero no sirve de mucho más que eso. 

El grupo político que le dio el poder a Elba Esther se lo quita casi un cuarto de siglo después. Ya no es exactamente el mismo grupo, porque el promotor del nombramiento de ese entonces es ahora senador de otro partido; ya no es el mismo sindicato, porque desde la caída del régimen se ha hecho más autónomo; y ya no es el mismo país, porque ahora hay ley que no había entonces. 

Los próximos días nos dirán si un viejo instrumento puede abrir nuevas posibilidades, o si más bien estamos siendo testigos de esa restauración que tanto parece amenazarnos. Así pasó con la garza que las ranas eligieron en la fábula de Esopo: se las fue comiendo de una en una.

 

www.macario.mx

@macariomx

Profesor de Humanidades del ITESM-CCM 

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