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KAT BROWN: SIN IDENTIDAD DE CLASE

Superiberia

Alejandro Solís
Columnista

Acostumbrado a saltar de organización según le fuera acomodando, desde el viejo PRI tabasqueño, quien le debe su himno, pasó de la tendencia democrática impulsada entonces por Cuauhtémoc Cárdenas, al PRD, a Convergencia, y, haciendo alianzas convenientes ligó fuerzas con el PT, PES, hasta juntar una masa de simpatizantes autollamados “agentes del cambio verdadero”, para lograr el registro del Movimiento de Regeneración Nacional -Morena-, así como su tercera candidatura por la anhelada presidencia nacional.

#ConcienciaLastrada Trescientos mil militantes afilió Morena en el INE en mayo del 2018, verdaderos magos que en el País crearon a base de discursos un millón de comités de base para impulsar la candidatura de AMLO. En nuestro municipio y vecindarios jamás vimos reuniones, manifestaciones, trabajo social, o, aún, partidista de esos comités “fantasmas”.

El integrado en el municipio de Córdoba desbancó a los primerísimos militantes y líderes de masas, ingenuos, que habían formado las bases del partido registrado tres años antes. Éstos jalaron con Andrés Manuel no tanto por su programa político económico, sino por su arrastre populista asentado en una vida austera, honesta, certera y leal nacido en los pantanos de Tabasco. 

En dos meses el partido creció como espuma del río Blanco, fétido sepulcral, hasta llegar a tres millones de militantes registrados por el INE. Ahora cuestionados por la insufrible Yeidckol.

El 5 de julio del 2018, en contra de todas las tendencias imaginadas por expertos y legos de la política, 32 millones de electores votaron por AMLO para Presidente, y, por efecto, por decenas de regidores, presidentes municipales, gobernadores, diputados y senadores. Tantos que le permitieron dar la voltereta al vapuleado PRI y los nueve partidos simulatorios orquestados por 50 años de reformismo neoliberal en México (1968-2018).

En todos los estados de la República vemos los resultados del arribismo, oportunismo y seguidismo de millones de gentes encandiladas por el discurso pacifista de un líder que supo venderle al Estado la variante deseada durante medio siglo de neoliberalismo encabezado por tecnócratas fallidos que no se tocaron el corazón para esquilmar a México, como en todo lugar donde el águila imperial clavó sus garras. 

Un puñado de multimillonarios se fortalecieron, otros se desarrollaron canalizando recursos y fondos públicos mediante los instrumentos de la extracción de plusvalía y el incremento de la deuda pública. En los últimos 40 años se calcula en 17 billones de pesos la masa de dinero, que, mediante salarios baratos y ralas prestaciones el capital birló al trabajo. En 11 billones y creciendo diariamente más de mil millones de pesos se estima la deuda, que son recursos ficticios incrustados en el mercado, para, al final del ciclo económico, caer en cuentas privadas. ¡Con razón México es un País del 90% -o más de pobres-, aunque no pocos se resistan a aceptarlo, y/o, que sus patrimonios van constantemente a la baja!

#DeTodosLosPobresPrimero LosPobres Ese modelo económico creado e impuesto para beneficiar al 1% de la población mundial, necesita instrumentos acompañantes para imponerse, entre otros: la Constitución de leyes favorables; la traza de carreteras y vías de comunicación para la extracción y transporte asegurado de materias primas, capacitación de técnicos y profesionistas requeridos por los procesos productivos, manufactureros, de transporte y su comercialización; un sistema de salud pública y personal, más un programa de fondeos para el retiro, así como la oportunidad de hacerse de su casita y cositas, aunque sea de verbo acompaña los planes de desarrollo del modelo político-económico, así integrado.

Las políticas de seguridad nacional e ideológicas hicieron lo propio para lograr hegemonizar la presencia de la cultura del mercado libre. Las relaciones de propiedad y el modo de producción privado instalado desde hace un siglo en México, con altibajos propios de sus crisis periódicas, han matizado las tendencias de los distintos regímenes federales, estatales y locales. Dándose de todo, se distinguen dos modelos aparentemente contrapuestos: el neoliberal y el de bienestar nacional.

Tecnócratas, en general, y, el innombrable en particular guiaron la instalación y quiebra del neoliberalismo, durante el reformismo conducido por el IFE, hoy, INE. Cansada la población, y, más bien, agotado el modelo, la propuesta transformadora de AMLO ofreció en mesa de plata la opción deseada al sistema instaurado; continuar por la senda de lo mismo, pero con una gran variante para lograr legitimarlo: austeridad, honestidad, fidelidad a favor de los pobres, primero.

Con esa bandera populista, más los concursos vastos de un aparato de Estado experto en el control de masas, se facilitó la magia de recrear con poquito, barato, el cambio de régimen sostenidos por millones de compatriotas ávidos de otra perspectiva de vida, y, tras bambalinas una ola de operadores y profesionales de la política que acabaron de desbancar a aquellos ingenios promotores de Morena, que hace un lustro, dieron lo mejor de su vida para colocar en la palestra un rayito de esperanza.

Observando el caos organizativo del partido creado por AMLO, morena, y, desde que ganó las elecciones federales, conducido por la señora Heidy Polevnsky, ¿quién podría extrañarse de su actual desmoronamiento? Ingenuos, cándidos, ilusos deseosos de que las transformaciones sociales no duelan.

#SiMorenaSePierdeMeSalgo Primero amenazó AMLO, parafraseándolo Yeidkol: si el partido se echa a perder: ¡adiós, partido!

Sin henchidas respuestas de masas ante la amenaza de graciosas huidas de los líderes nacionales, en medio de declaraciones contradictorias de sus comisiones ejecutivas y de justo honor sobre la continuación en asambleas viciadas de la elección de delegados a su próximo congreso nacional donde han de renovarse los cuadros directivos principales de Morena, o de elegirlos con el método de encuestas de resultados analizados en pequeño comité, una chunga destaca entre el montón de cuitas del partido de Andrés Manuel.

#TodoLoQueSeInflaSeDesinfla Obviamente Morena no es un partido de cuadros. Por los 32 millones de votos logrados en la elección federal pasada, parece un partido de masas. 

Sin embargo, su trasiego capaz de llevar un líder pendenciero al primer cargo público nacional en menos de lo que se cansa un ganso parado sobre una de sus patas, acompañado por tirios y troyanos, hace pensar en que -realmente- se trata de un partido de Estado diseñado y rejuntado como el pan de moronitas, que, hoy, amenaza: a) en convertirse en la renovada aplanadora nacional dirigida en secreto por los de siempre, endureciéndose; b) asaltado por las tribus sempiternas de izquierda, reducirse una vez quemada la opción gobernante de supuesta izquierda. O, c) transformarse en antesala de otro partido, semejante, dirigido en lo íntimo por Andrés, y, en lo público por socialdemócratas cristianos de inspiración alemana. 

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