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La epigenética

Superiberia

Si a alguien se le hubiese ocurrido proponer antes de los 80 que la regulación epigenética jugaba un papel en la carcinogénesis, se le habría tomado por “torpe”. Esta situación cambió cuando Feinberg y Vogelstein, en 1983, ambos de la Johns Hopkins University, informaron que existía una relación entre las células cancerosas humanas y los patrones aberrantes de células con ADN metilado.

La modificación epigenética juega un papel muy importante en el cáncer desarrollando nuevas estrategias terapéuticas basadas en la reversión de la metilación y en la inhibición de la desacetilación de las histonas. Esto se hace combinando nuevas tecnologías para escudriñar rápidamente el genoma y ver los patrones de metilación del ADN y de acetilación de las histonas.

Sin embargo, las enfermedades pueden también ser causadas por una activación inapropiada de los genes. Un ejemplo es el linfoma de Burkitt, el cual se origina por una “sobreactividad” del gen llamado myc. Su función es promover la proliferación celular.

El linfoma de Burkitt es una forma rara de cáncer que afecta principalmente a niños en África central.

El término linfoma es amplio y comprende varios tipos de cáncer del sistema linfático. Este sistema contribuye a eliminar las bacterias y a combatir la enfermedad.  En un linfoma, algunas de las células del sistema linfático se multiplican de manera incontrolable y si todas las células son del mismo tipo se les llama malignas o cancerosas.

Cuando Feinberg y Vogelstein asociaron el cáncer a la epigenética, lo hicieron específicamente con base en una amplia hipometilación de todo el genoma. Años después otro grupo de investigadores, alemanes y estadunidenses, descubrieron una relación entre el cáncer y un silenciamiento de los genes supresores de los tumores, pero causada por una hipermetilación.  Ambos fenómenos de hipo e hipermetilación pueden jugar un papel regulador importante, aun en el mismo tumor.

El papel etiológico de la epigenética en la formación de tumores ha impulsado la búsqueda de drogas con actividad antitumoral las cuales puedan corregir la herencia epigenética alterada. En Estados Unidos, el Departamento de Drogas y Alimentos ha aprobado el inhibidor epigenético azacitidine, para el tratamiento del síndrome de desorden óseo mielodisplásico.

La herencia epigenética ha sido asociada a otras alteraciones cuya incidencia es mayor en niños que nacieron con ayuda de la tecnología reproductiva asistida, ART (Asisted Reproduction Technology) conocidos también como “niños de probeta”.

El mecanismo involucrado en el caso de la herencia de la madre a través de la abuela es el sanguíneo: cuando una futura madre nace, ella ya posee el complemento total de los óvulos que tendrá de por vida en sus ovarios desde bebé. Extraño como parezca, eso significa que el huevo del que nos desarrollamos con la mitad de los cromosomas propios fue creado en los ovarios de nuestra mamá, cuando ella todavía residía en el útero de nuestra abuela.

Pero hay más, debido a que las modificaciones del genoma son transgeneracionales, se han obtenido pruebas que apoyan el impacto que tiene la epigenética de abuelos y abuelas en sus nietos. La evidencia científica indica que cuando la abuela pasó señales epigenéticas a la madre de uno, ella pasaría asimismo esas señales que eventualmente constituirán la mitad del ADN en la persona en cuestión. A manera de conclusión: “Somos lo que nuestras abuelas comieron”, ¿o no, estimado lector?

*Abogado y político

jcsanchezmagallan@hotmail.com

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