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La sentencia del Jefe Manlio

Superiberia

La tarde del miércoles 19 de octubre quedará como escenario de la sentencia lanzada por el exdirigente del PRI, Manlio Fabio Beltrones: en la elección presidencial del 2018, el régimen político y la gobernabilidad seguirán rompiéndose.

Además de la advertencia, el experimentado parlamentario puso sobre la mesa un posible remedio: hay que construir gobiernos de coalición entre fuerzas políticas y compartir un programa.

El atento aviso llega cuando el Gobierno de Enrique Peña Nieto y su partido parecen alentar justo el camino contrario, bajo la maquiavélica “divide y vencerás”.

Y es que el PRI sería el principal beneficiario de la fragmentación del voto opositor, el enfrentamiento de la izquierda y el surgimiento de muchos candidatos independientes.

Sin embargo, esa pulverización que le daría respiro a los priistas es la vía perfecta para una crisis de legitimidad y de Gobierno.

Frente a esas posibilidades, la alerta del sonorense llega cuatro meses después de su renuncia al timón del PRI, cuando dejó otra sentencia: la corrupción en Gobiernos estatales fue la causa de la derrota electoral del partido en el poder.

Aún cuando se intentó sembrar la explicación —sólo aplicable a Aguascalientes— de que ese saldo adverso era culpa de la iniciativa del matrimonio igualitario y de “traiciones” internas en el gabinete, Manlio tenía razón. Y en el PRI terminaron por concedérsela.

Así, la corrupción se ha convertido en el ring partidista y la competencia ahora consiste en demostrar quién tiene más cola y gobernadores que le pisen.

Mientras los dirigentes del PRI, Enrique Ochoa, y del PAN, Ricardo Anaya, se echan en cara los supuestos enjuagues con los que estarían tapando a sus impresentables, Beltrones prende las sirenas de la ambulancia.

Conocedor de las tripas, limitaciones y potencialidades del sistema, Manlio habló del escenario catastrófico que viene para la gobernabilidad. Lo hizo en el foro de los miércoles, que para bien de la salud política impulsa el ala aliancista, reformista y pactista del PRD, la corriente Galileos.

El exlíder del PRI incorporó en sus pronósticos el llamado “cuarto polo”, que algunas fracciones del PRD ya preparan en torno al jefe de la CDMX, Miguel Ángel Mancera, en la idea de sumar al Partido del Trabajo (PT) y a Movimiento Ciudadano (MC), en un frente amplio de izquierda rumbo al 2018.

De manera que para Beltrones esa futura elección corre el riesgo de partir en cuatro partes la votación: PRI y aliados; PAN; frente amplio de izquierda y Morena.

Ante esa pulverizada voluntad ciudadana, el priista augura una profundización en los problemas de gobernabilidad, misma que se habría ido debilitando, como el presidencialismo, en cada elección de sexenio. En la retrospectiva expuesta, Manlio habló de cómo “muchas cosas” se han ido rompiendo conforme disminuye el monto de votación con que se gana la llegada a Los Pinos. Desde el 42% de Vicente Fox hasta el 32% de Enrique Peña Nieto, quien subió a 38% por sus aliados PVEM y Nueva Alianza.

En su alegato, el exgobernador hilvanó una exposición que fue reseñando en cada caso qué tipo de “cortisona” se le aplicó al sistema para hacerlo funcionar.

Fue vehemente al describir la difícil toma de protesta al presidente Felipe Calderón, en 2006, como “el drama de ese 1 de diciembre que no quisiéramos vivir nunca más”.

El mensaje entre líneas de Beltrones era que justo vamos para allá, a un cerradísimo resultado electoral en el que los perdedores del 2018 se dedicarían a fastidiar al precario ganador.

Sugerente resultó la reseña sobre la medicina que se le dio al sistema en 2012, ante una “señalada falta de gobernabilidad”. Manlio sostuvo que “la magia la hizo el talento de los políticos que pudieron realizar un Pacto por México”.

Beltrones reivindicó así a sus anfitriones, los perredistas que se sumaron al Pacto y que estaban ahí como convocantes y asistentes: Miguel Alonso Raya, Guadalupe Acosta Naranjo, Fernando Belaunzarán, Carlos Navarrete y la presidenta del partido, Alejandra Barrales.

Y, de paso, claro, se reivindicó a sí mismo, porque su oficio político resultó determinante en el primer trienio del Gobierno para aprobar las reformas en la Cámara de Diputados.

Si bien Beltrones trae esa propuesta de años atrás, hoy cobra pertinencia ante la orfandad del PRD y del PT, palpable esa tarde en que sus políticos le aplaudieron emocionados.

En ese clima, la exdiputada petista Lilia Aguilar Gil, lo presentó con elogios: “Discúlpeme que lo llame así, porque así nos acostumbramos a llamarle en la Cámara, al jefe Manlio…”. Y cayeron los aplausos.

Son una manada que perdió a su lobo cuando Andrés Manuel López Obrador los dejó por Morena. El priista lo sabe y se deja querer.

Los perredistas festejan que Manlio les comparta su bola de cristal. Escenas inéditas, impensables hasta hace poco tiempo, y que hoy pronostican una sucesión presidencial en la que no habrá adversario menor.

Beltrones advierte que la cortisona ya no da más. Y propone cirugía mayor. ¿Será profeta en su partido? ¿O tomará el camino de conferencista consentido de la oposición?

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