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Lo abominable de internet

Superiberia

Seguramente usted ha visto denuncias en redes sociales que piden reportar ciertos de perfiles identificados por imágenes que violentan nuestros sentidos en automático, y donde, si se toma unos segundos para observar sus publicaciones, se torna, también de forma automática, en una sensación de rabia por lo que vemos y leemos ahí. Desde hace unos años, cuando Twitter y Facebook comenzaron a vivir su auge, era común encontrarse con estos sitios, perfiles manejados por adultos cuya enferma fascinación por menores de edad, los hace crear redes y, peor aún, los hace buscar víctimas. Y es que, así como el internet ofrece ventajas maravillosas para la búsqueda, el encuentro y el intercambio de información, también es una infalible vía para el acoso.

Yo misma he reportado perfiles en Twitter con contenido de pornografía infantil, porque el hecho no tiene excusas ni tiene punto de comparación con la orientación sexual, cuya cualidad es el sentido que a cada individuo le llega a determinada edad. Abusar de un menor, obligarlo a actividades que ni su mente ni su cuerpo están en condiciones de asimilar, es un acto abominable.

La facilidad que internet le ha dado a aquellos sujetos para hacer su práctica, incluso un negocio, porque no sólo son perfiles en redes sociales, sino también páginas donde se maneja la prostitución de menores cuyo origen siempre es incierto: menores que son robados y llevados a otra ciudad, país o continente. De ahí que en muchos países del mundo, dentro de sus dependencias del poder judicial, se creen divisiones de seguridad cibernética.

Por ejemplo, hace unos días el Ministerio del Interior de España declaró que, según sus investigaciones, en el mundo existen entre 50 mil y 100 mil pedófilos cibernéticos en el mundo. Las cifras que maneja Estados Unidos al respecto, dicen que diariamente circulan 200 fotos nuevas de pornografía infantil en redes sociales.

Más allá de las recomendaciones que las autoridades hacen a los padres de familia sobre el cuidado que deben tener al dejar a sus hijos menores frente a una computadora, está la responsabilidad de las autoridades de cada país, para detener que este delito siga creciendo.

El lunes pasado se publicaba en Excélsior un reporte de Carlos Quiroz, donde se leen cifras igual de escalofriantes con respecto a este tema en nuestro país: “De enero de 2012 a marzo pasado, la Policía Federal ha identificado a 548 presuntos pederastas. Sin embargo, no ha habido ninguna acción contra ellos o intervención de sitios de internet…”

Es decir, la Policía Federal, a través de su División Cibernética, tiene las herramientas para encontrar actividades pederastas en internet, pero carece de elementos legales para poder actuar en consecuencia, porque incluso hay jueces que ante una denuncia, su entendimiento de la ley los hace no aceptar como evidencia pruebas digitales… y esos vacíos hacen aún más abominable este delito.

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