in

LOS INOCENTES

Superiberia

Es la última semana del año y comienza con un día emblemático: el de los Santos Inocentes. Recuerdo de una tragedia que se convirtió en un festejo humorístico —el asesinato de cientos de bebés menores de dos años que fue ordenado por el rey Herodes El Grande en Judea con la intención de acabar con el pequeño que, según las profecías, le arrebataría el trono—. Los inocentes pasaron a ser los tontos e ignorantes y son objeto de todo tipo de bromas en esta fecha.

 

Ciertamente ser inocente puede ser sinónimo de ignorante —en el sentido de que ignora determinadas cosas— de ingenuo y tal vez de olvidadizo o despistado pero nunca de estúpido. El inocente también es el utópico en estos días en que las mayorías están resignadas a ser parte de una inercia aparentemente ya trazada y sin posibilidades de cambio. No es así, y el inocente no solo es el “no-culpable” sino también un creyente de  aquello que pareciera imposible.

 

De ahí que el Día de los Inocentes también es el día de la utopía y la utopía puede ser el motor de los cambios. Es el día de escuchar, ver y creer lo imposible. Y vaya que en México se necesitan muchos de esos días para paliar la terrible realidad que pesa sobre todos. ¿Qué imaginar hoy? Que la ola de violencia con sus consecuencias —asesinatos, amenazas, extorsiones, secuestros y desapariciones— se acabe de una vez por todas. Que la corrupción es erradicada y los corruptos encarcelados. Que la pobreza se detuvo. Qué el salario subió y las deudas disminuyeron. Que Enrique Peña Nieto es destituido.  

 

En Veracruz hay también mucho qué imaginar: que el impresentable ex gobernante es llevado a prisión junto con todos sus cómplices. Son cosas justas y necesarias porque ellos son los causantes de la tragedia actual: el  tejido social está roto y el Gobierno estatal  fallido. Las finanzas son un desastre y el saqueo del erario no tiene precedentes. En 11 años ataron al cuello a los 8 millones de veracruzanos con una deuda por más de 100 mil millones de pesos que se tardará tres décadas en pagar, si es que se paga.

 

La consecuencia del mal gobierno, del docenio perdido, está a la vista: medio millón de nuevos pobres, el desempleo galopante, la migración imparable, la crisis en el campo sin precedentes, la inseguridad pública rampante y en contraparte, un puñado de políticos convertidos en nuevos millonarios que presumen sin tapujos su tren de vida con lujosas mansiones, ranchos ganaderos y agrícolas, automóviles de lujo, aviones personales, propiedades en el extranjero, fiestas magníficas, guardaespaldas, edecanes y negocios por doquier.

 

Entonces, ¿vale la pena creer que esos ladrones sean llevados a juicio y encarcelados por sus tropelías? Claro y la magia de este día es que tal es la posibilidad de que sean castigados esos corruptos, no sólo es imaginable sino también posible, hoy más que nunca. Son los días finales del 2015 pero también es antesala de un año electoral que será crucial en el destino de Veracruz, ya que por vez primera hay una alta probabilidad para la  alternancia en el poder político.

 

La derrota del partido en el poder, el Revolucionario Institucional, se canta en las esquinas desde ahora. La llegada de un gobernador de oposición haría que ese sueño se haga realidad. Pero no sólo es la única opción para hacerlo posible, pues  los dos aspirantes mejor posicionados del priismo,  los senadores José y Héctor Yunes también han prometido que llevarán a prisión a los saqueadores –bueno, al menos lo prometieron en el discurso— y entonces la posibilidad de que se cumpla tal utopía es doble.

 

Hoy por hoy, la propuesta de cárcel para los fidelistas es muy atractiva electoralmente porque el pueblo es lo que quiere: justicia. Es verdad que la gubernatura en disputa sólo durará dos años y que el próximo mandatario estatal tendrá un escaso margen de maniobra para realizar obra pública importante, aunque ese lapso es suficiente para fincar responsabilidad penal a los corruptos que hicieron de las suyas desde el 2004 y enviarlos a una celda, además de obligarlos a devolver lo robado. Todo el que proponga llevar a prisión a los ladrones se ganará el respaldo ciudadano, aunque claro, tendrá que firmar una carta-compromiso ante un fedatario para impedir que no se eche para atrás una vez sentado en la silla estatal, ¿no creen?.

 

Con sólo hacer eso, el gobernador siguiente no solo pasará a la historia como un buen gobernante, sino tendrá el cariño popular. No hay que perder de vista que aplicar la ley a los corruptos también tiene efectos positivos paralelos porque se rompería el pacto que tienen con la delincuencia organizada y entonces al mismo tiempo significará combatir la delincuencia que flagela a la entidad. Recuperar los bienes robados también ayudará a las finanzas públicas y desbaratar entramados como la entrega amañada de concesiones, la privatización de servicios y la dotación de cargos públicos a perpetuidad  serán beneficios agregados.

 

Así, hoy más que nunca ser inocentes-utópicos es correcto. Soñar es bueno porque hay una vía para concretar esos  sueños. Empero, la utopía no se convierte en realidad mágicamente sino requiere de la acción de los soñadores y esa es “votar para botar”, como dice el teólogo brasileño Pedro Casaldáliga: ir a las casillas electorales que se instalarán en junio próximo, ya en seis meses, para sufragar por la cárcel a los corruptos, llevando  al poder a un gobernante justiciero y al mismo tiempo acabar con 12 años de nefasta fidelidad. Construir la utopía es tarea de todos, no hay que olvidarlo.

 

Imaginar lo deseable es agradable y a nivel local hay mucho en qué soñar. Por ejemplo, que el alcalde Tomás Ríos y sus desocupados ediles terminen de irse del PAN, del Ayuntamiento y de la vida de los cordobeses. Que los ex alcaldes Francisco Portilla y Juan Lavín ocupen finalmente el lugar que les corresponde, una mazmorra en La Toma. Que Córdoba sea dignificada y recupere su hegemonía económica, cultural y urbanística que tuvo hace años. Que Orizaba se apacigüe y deje de ser nido de la delincuencia,  que en verdad surta efecto positivo el nombramiento como Pueblo Mágico y que se respeten a las minorías y la discriminación social deje de ser el sello del Gobierno local.

 

Que en Fortín de las Flores los ciudadanos dejen de sufrir a Armel Cid de León, convertido hoy también en golpeador del erario y de la vida municipal. 

 

Que los alcaldes del corredor fabril, de la sierra de Zongolica y de la zona cafetalera de Huatusco dejen de ser unos pillos y trabajen en verdad por sus gobernados. Y así hay muchas cosas qué imaginar y por las cuales convertirse en constructores de lo imposible. Es urgente hacerlo con todas sus obligaciones, la primera es ser buen ciudadano, exigir y también votar para repartir premios o castigos.

 

BUENA PARA NADA

 

 Hablando de los cargos a perpetuidad que se reparten en el actual sexenio, hay la pretensión para  imponer al frente de  la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH) a una incondicional del duartismo y la fidelidad: la actual secretaria ejecutiva de la fantasmal Comisión Estatal para la Proteción a Periodistas, Namiko Matzumoto Benítez, tía del ex secretario de Gobierno y actual diputado federal por Acayucan, Erick Lagos Hernández. Ella y otros tres señores, entre ellos algunos ex funcionarios estatales, están inscritos para disputar la presidencia del organismo.

 

Vaya que la señora Matzumoto es cara-dura pues ha sido cuestionada y repudiada hasta el cansancio en el cargo que ocupa en dicha  comisión de periodistas y aún así se atreve a postularse para ser la próxima ombudsman de la entidad. 

 

No pudo defender y ni siquiera abogar por los periodistas asesinados, amenazados, golpeados y desaparecidos y ahora pretende convertirse en  la abogada de todos los veracruzanos. 

 

No cumplió con su encargo como comisionada a favor de los reporteros, pero sí cumplió con la encomienda de fondo que era hacerse la inocente
—entiéndase: tonta, ahora sí— cuando el agresor era el Gobierno estatal.

 

Minimizó casos, cerró puertas, se sumó a la criminalización de las víctimas y trabajó para que el olvido fuera el destino de los expedientes. 

 

Es decir, tiene el perfil ideal  y  excelentes cartas-credenciales para seguir en el gabinete estatal: es corrupta y cómplice de las iniquidades.

 

Claro, la señora Namiko Matzumoto Benítez podrá llegar a ser titular de la CEDH, su nombramiento aunque sea un insulto para todos,  es posible. 

Sin embargo, será obligación del próximo gobernante, surja de cualquier partido, exigirle la renuncia o promover una controversia legal para echarla del cargo. 

 

Tendrá elementos suficientes para demostrar su incompetencia y sobre todo, el respaldo popular para correrla. 

CANAL OFICIAL

Cohetes dañan a los animales

Requiere apoyo Casa de Cultura