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México, país de reglas no escritas

Superiberia

Mi pésame a las familias de quienes perdieron la vida en el edificio de Pemex. 

El aniversario de nuestra Constitución fue precedido de tres recordatorios de la pésima relación que los mexicanos tenemos con la ley. Antier, en su cumpleaños 96, con su grave problema de obesidad, su esclerosis y sus centenares de intervenciones quirúrgicas a cuestas, nuestra Carta Magna padeció una vez más el mexicanísimo ritual que la exalta con la misma vehemencia con la que se le desvirtúa cotidianamente. Por si alguien lo había olvidado, la realidad nos lo recordó: México es todavía un país de reglas no escritas. Veamos. 

1. La terrible explosión que provocó la muerte de casi cuarenta personas en un edificio de Pemex nos invitó a volvernos a asomar a la cloaca. Ahí chapotean directivos que reciben yates y toda clase de sobornos por contratos costosísimos, líderes sindicales cuyas familias viajan y viven como reyes gracias a toda suerte de trapacerías, cárteles que ordeñan ductos con complicidad interna. El gobierno, que ha permitido eso y más, ha convertido nuestra paraestatal en algo parecido a la tristemente emblemática madre mexicana de la época de oro de nuestro cine, plasmada magistralmente por Ismael Hernández en La oveja negra: la mujer abnegada que no sólo soporta los abusos a que es sometida por su marido sino que empeña sus joyas para mantenerlo. Y uno se pregunta: ¿y la compleja normatividad para realizar licitaciones, evitar desvíos y proteger activos? Bien, gracias. Muy bien, de hecho, porque esa reglamentación está hecha en gran medida para dificultar su cumplimiento y facilitar las mordidas y para que la persecución de ilícitos se pierda en esas sinuosidades donde sólo los abogados muy caros saben moverse. Y es que nuestras leyes suelen prestar a la corrupción el arco de triunfo o el Laberinto del Fauno: uno para los pillastres que las ignoran olímpicamente, el otro para los grandes corruptos ejercen su deshonestidad con estricto apego a derecho. 

2. Los grupos de autodefensa que en Guerrero se hacen justicia por propia mano no son un fenómeno nuevo. Sobran ejemplos de pueblos que, ante la incapacidad de las autoridades de garantizar su seguridad, las desplazan: multitudes enardecidas que linchan a presuntos delincuentes, comunidades como Cherán que deciden armarse para detener a bandas que las roban impunemente. Es grave que gente asolada por grupos criminales tenga que defenderse por sí misma, pero más lo es que eso no despierte una indignación generalizada. En todos estos casos la reacción del resto de la sociedad no ha trascendido la anécdota, lo cual prueba que en México la ley no ha sido ni es el referente del comportamiento social. Aquí lo que se aplica diariamente son códigos informales, y nadie se escandaliza de la irrelevancia de la norma escrita. No se trata, por lo demás, de algo restringido a una clase social. Es un secreto a voces que algunos empresarios han formado brigadas antisecuestros que suplen a las procuradurías y al poder judicial. 

3. El IFE exoneró al PRI en el affaire Monex y su Unidad de Fiscalización dictaminó además que ese partido y el Verde no rebasaron los topes de campaña en la elección presidencial del 2012, en tanto que el PRD y sus aliados sí lo hicieron. Y quienes observamos la danza de los millones de tirios y troyanos, y vimos que el que más derrochó en propaganda, viajes y dádivas fue el partido que se llevó la Presidencia de la República, nos preguntamos en qué mundo viven o a qué intereses responden los autores de ese dictamen. Una institución que nos ha costado muchísimo dinero a los mexicanos y cuyo principal patrimonio es la credibilidad concluye lo inverosímil. Ya sabemos que los consejeros son propuestos mediante cuotas de los partidos políticos y que, salvo honrosas excepciones, votan en consecuencia (por cierto, no tiene la culpa el votante que se excusa al principio sino quien le pide que participe al final), pero poco conocemos de funcionarios como el titular de esa Unidad que tienen facultades tan importantes. Más allá de la decisión que tomó ayer el Consejo General, ¿por qué se tuvo que llegar a tan deplorable situación? ¿Por qué se avalaron argucias contables que sólo sancionan la negligencia de los perdedores en vez de penar también los evidentes excesos de los ganadores? Es la ley como instrumento para castigar el descuido, no la trampa. 

Hay un cliché muy extendido que dice que en México no hay que hacer más leyes sino cumplir las que existen. Suena bien, pero no es cierto; muchas de las que tenemos no están hechas para cumplirse y vuelven más conveniente evadirlas que obedecerlas. Es un problema de diseño legislativo. Lo que necesitamos es dejar de reverenciar la augusta invalidez jurídica y, de cara a su centenario, planear el retiro digno de nuestra Constitución y su sustitución por una Carta menos magna pero más funcional. Con ella y con una nueva legalidad secundaria que acerque la norma a la realidad podremos sentar las condiciones para que, por primera vez en la historia de este país, sea más fácil actuar honradamente que corromperse, y para que una vida honesta deje de ser un apostolado. 

 

@abasave

Académico de la Universidad Iberoamericana

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Despilfarro de ex gobernador

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