in

El minutero

Superiberia

 

ESCONDIERON  LA MISERIA

 

Esta  semana ha sido de mucho movimiento en temas de burocracia  porque  legisladores, secretarios de estado y líderes partidistas han estado en diversos puntos de la entidad. Este mismo viernes continúa en Boca del Río la reunión plenaria de los senadores de los partidos Revolucionario Institucional (PRI) y Verde Ecologista de México (PVEM). Lo malo del asunto es que estos señores no generan derrama económica.  Los traslados en aviones y helicópteros, el hospedaje en hoteles de cinco estrellas y las comilonas de ellos y su ejército de achichincles en restaurantes de lujo las paga el pueblo, o sea todos.

El gobierno estatal corrió con buena parte de los gastos – aun cuando las arcas están “vacías”-  y así los veracruzanos fueron obligados a pagar la costosa visita de los personajes que se dedicaron a cortar listones, dar discursos, hacer promesas de inversión y fingir que trabajan para el bien de la nación.  Sin embargo, no todo es pérdida. Hay algo positivo en la presencia de todos esos políticos porque al menos en los sitios a donde llegaron se elevó la vigilancia policiaca a grado nunca antes visto: retenes por doquiera , revisiones de vehículos y personas, patrullajes por tierra, mar y aire –y hasta en caballos-, detectores de metales, radares en carreteras y supervisión en comunidades y colonias aledañas. ¿Cuándo tienen eso los veracruzanos en un día ordinario?. Jamás.  En estos días Veracruz está más vigilado que nunca.

El aeropuerto jarocho Heriberto Jara y la zona hotelera de Boca del Río donde se desarrolla la encerrona de senadores priístas es lo que llaman en el argot popular un “bunker”. No pasa ni el aire sin que sea escudriñado. Es decir, vistieron la conurbación de seguridad y tranquilidad para los que vienen de fuera. El poeta Víctor Hugo diría: “escondieron la miseria para que no vean donde duermen”. Empero, los policías armados hasta los dientes, los perros de ataque, los vehículos blindados, los vuelos rasantes, los patrullajes ostentosos, las revisiones de todo, hasta de las muelas de quienes se acercan a la zona de los visitantes, son signos de que algo no anda bien.

Por cierto, un dato interesante: el secretario personal de uno de los legisladores asistentes a la reunión en Boca del Río contó que hasta los funcionarios federales y parlamentarios encumbrados se sorprendieron del dispositivo de seguridad personal –cantidad de guardaespaldas privados y policías asignados- del gobernante veracruzano y de algunos de sus funcionarios locales pues rivaliza con los que resguardan al secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong  y al procurador general de la República, Jesús Murillo Karam. Moraleja: el miedo no anda en burro y de paso ese burro les sale carísimo a los empobrecidos veracruzanos.

Aún con todo el aparato de seguridad para cuidar a los políticos visitantes no se pudo esconder del todo la miseria: la inseguridad campea y ni siquiera los convenios publicitarios en la prensa fueron suficientes para desaparecerla, si acaso la minimizaron. Basta leer los diarios para informarse de los hechos criminales en todo el territorio, desde asaltos y  robos con violencia hasta  secuestros, extorsiones, homicidios y amenazas. Nadie se salva, ni el ciudadano común ni los funcionarios menores ni los periodistas.

 

LO QUE LA GENTE CUENTA

 

En este tema,  hay un lugar en Veracruz que era un paraíso pero hoy se convirtió en un infierno. Se trata de  Coatepec, región que fue calificada como mágica por sus paisajes, su producción de café, su arquitectura y su ambiente pueblerino. Lo que sucede en Coatepec que ostenta el título de “Pueblo Mágico” se aborda porque es representativo de lo que está pasando en toda la entidad: lugares hermosos donde vivir allí era un privilegio pero que se descompusieron  y convirtieron en inhabitables a causa de la delincuencia. En la bella Córdoba y su región – desde  Fortín de las Flores hasta  Huatusco o Atoyac-  la gente cuenta historias similares.

 Para los lectores que no conocen Coatepec, el municipio está asentado en el llamado bosque de niebla y su paisaje desde hace doscientos años son los cafetales y su verdor –muy parecida a la zona de Huatusco que también comparte bosque de niebla-. Lamentablemente  hoy Coatepec está convertida en un nidal de malhechores, tierra sin ley donde ni los lugareños ni los visitantes viven tranquilos, les robaron la magia y el reposo que los hacían privilegiados.  Aquellos  que se decidieron a mudar su domicilio hacia Coatepec o sus alrededores para disfrutar de la naturaleza – a menos de media hora de Jalapa, la capital del estado- están arrepentidos porque viven con “el Jesús en la boca”.

 Los habitantes que no pueden pagar guardaespaldas, vehículos blindados y sofisticados sistemas de vigilancia en sus casas optan por encerrarse a cal y canto en cuanto  oscurece.  Es como  un toque de queda no oficial porque el transitar por las calles, caminos y carreteras durante la noche, algo que era muy normal apenas unos años atrás,  se convirtió en una aventura en la que se juega la vida. Las rutas nocturnas son para los maleantes que hicieron suya la región, comenzaron a apoderarse de ella desde la fidelidad y ahora están consagrados como amos y señores.

 Nadie los detiene, nadie los molesta, nadie los enfrenta. Solo el Ejército de vez en cuando se aparece y ofrece  un poco de calma., no así la policía estatal ni mucho menos las corporaciones municipales  de las que desconfían los lugareños. Los que habitan en comunidades que antes eran paradisíacas  como La Pitaya, Briones y Zoncuantla también son clientes frecuentes de la delincuencia, sus casas y vehículos han sido robados. La  zona rural se convirtió en terreno minado, relatan. En el sexenio pasado, dicen, se le dio permiso al mal para que se apoderara de Coatepec. Llegaron en silencio, como los tigres en la oscuridad de la canción “Soñé un sueño” de la película “Los Miserables”.

 De pronto, en las noches y en  pleno centro de la ciudad se veía circular camionetas y automóviles de lujo, sus ocupantes eran individuos “de cara poco amigable” que más  que pasear, patrullaban y exploraban. Esos recorridos se fueron extendiendo a las colonias y comunidades. Después comenzaron a agredir a las personas, a los noctámbulos que tenían la mala suerte de topárselos. Poco más tarde inició  la ola de secuestros, todos silenciosos. Algunas víctimas las regresaban al poco tiempo pero hubo otras que nunca volvieron con sus familiares, tal vez porque no pagaron rescate o porque fueron plagiados para otros fines. Un caso es el de una joven contadora que un día del 2011 tomó un autobús rumbo a a Jalapa para acudir a una cita de trabajo pero nunca llegó a la misma. A mitad del camino la interceptaron, la obligaron a bajar del camión y desde entonces no se sabe de ella. Sus padres llevan tres años buscándola. 

Las balaceras  llegaron ese mismo año. En noviembre un enfrentamiento armado se produjo sobre la carretera Briones-Jalapa, cerca del colegio privado de la comunidad de Las Hayas donde cuatro delincuentes murieron al igual que un efectivo de la policía estatal.  Fue de antología la sicosis de los pobladores así como entre los padres de familia, maestros y niños del colegio fue de antología y aunque nunca hubo una confirmación oficial la versión popular es que la balacera fue a causa de un intento de secuestro contra los hijos del gobernante en turno que acudían a esa escuela.  Otro  relato que ilustra como el terror se apoderó  de Coatepec es lo sucedido casi a finales del año pasado en uno de los exclusivos fraccionamientos de la zona, mismo que cuenta con barda perimetral y sistema de vigilancia digital y por supuesto, guardias privados.

Todos sus habitantes son de clase media,  profesionistas o trabajadores,  gente que usó los ahorros de toda su vida para tener un hogar digno. Ellos escogieron ese fraccionamiento para vivir por la tranquilidad que lo caracterizaba pero ahora están arrepentidos. Una noche la barda fue derribada por grupo armado que ingresó a una de las viviendas con la intención de secuestrar a sus ocupantes.  Obviamente los vigilantes fueron sometidos –se dice que abatidos- pero alguien logró avisar del ataque a las autoridades militares y llegaron varios contingentes de soldados, y entonces el fraccionamiento se convirtió en una zona de guerra donde incluso se detonaron granadas, según narraron sus habitantes la noche de terror que pasaron.

 A esa cadena de miedo también se hilvana la coyuntura política pues los coatepecanos  juran y perjuran que la ola delictiva se disparó con la llegada del alcalde priísta Roberto Pérez Moreno, apodado “El Juanelo”.  La leyenda urbana sostiene que Pérez Moreno se apoya en los  criminales  para escarmentar a sus enemigos y a cambio ellos conservan el permiso para delinquir a sus anchas, sin que nadie los moleste. El caso que lo confirmó fue el secuestro y golpiza recibida hace unos meses  al  periodista Alfonso Mora Chama cuyos captores le advirtieron que dejara de escribir contra el edil. Tras su liberación el  mismo comunicador señaló al ocupante del palacio  municipal, sin mencionarlo su nombre, como el responsable de su secuestro.  

Esos son lo antecedentes de secuestro y asesinato del tesorero del ayuntamiento, Guillermo Pozos Rivera, “levantado”  a unos  metros de las oficinas gubernamentales y cuyo cadáver se localizó tres días después. Empleados municipales al igual que lugareños cuentan que Pozos Rivera estaba enfrentado con el famoso “Juanelo” por el manejo del dinero público. Pozos no era gente del alcalde sino impuesto desde Jalapa y en los últimos días la relación entre ambos se desquebrajó tanto que llegaron a los gritos y a las amenazas. De ahí  la versión que ha crecido entre los coatepecanos sobre una posible colusión de Pérez Moreno con el secuestro y asesinato de su funcionario. Es más, se habla que la posible participación de policías municipales en el asunto.

Desde el viernes pasado, día del plagio, el alcalde se desapareció de Coatepec. La tarde del lunes corrió la especie de que  había sido o iba a ser detenido por elementos de la Secretaría de Marina. No fue así y a Pérez lo obligó palacio de gobierno a reaparecer en público ayer miércoles para negar esa versión y desligarse de la delincuencia.  El procurador Luis Ángel Bravo prometió públicamente esclarecer el crimen- vaya, como lo ha hecho con muchos otros sin resultado- pero entre el mismo personal  de la procuraduría se cuenta  de que ya preparan los “chivos expiatorios” en el caso del tesorero coatepecano para calmar las exigencias de justicia de familiares y lugareños. ¿Será posible tanto desaseo?. Eso sucede en Coatepec, una historia repetida en muchos lados del castigado Veracruz.

CANAL OFICIAL

Se va armel otra vez de vacaciones

Depuran el padrón catastral en Orizaba