


Orizaba.- “No era mi intención matarla, fue un accidente. Yo la quería mucho y por eso tenía miedo de perderla”, fue lo que declaró Eduardo Toledo Regalado, acusado de matar a puñaladas a su esposa, por imaginar una infidelidad.
Aceptó su responsabilidad en el asesinato de Yolanda Merino López, de 28 años de edad, al rendir su declaración preparatoria en el Juzgado Primero de Primera Instancia y, pese a tener la oportunidad de solicitar más tiempo para aportar pruebas a su favor, dijo que “mientras más rápido acabe todo, mejor”.
El hasta hace poco mesero del antro Camaroninas, de 43 años, fue presentado ayer al mediodía en esas oficinas y reiteró lo declarado de la Agencia del Ministerio Público Investigador, Especializado en Delitos contra la Libertad, la Seguridad Sexual y contra la Familia.
Eduardo Toledo narró que el pasado sábado 7 de febrero fue a buscar a la madre de sus cuatro hijos a su trabajo en la tortería Abraham, ubicada en la esquina de Poniente 6 y Norte 5 de Orizaba, pues ella salía a las 21:00 horas.
No la encontró en ese establecimiento y enfurecido regresó a su vivienda ubicada en calle 7 del Cuarto Barrio de Rafael Delgado. Ya a las 23:00 horas salió a buscar a su esposa y sobre un puente metálico del río Matzinga se la encontró.
Le reclamó su tardanza y enseguida la golpeó con el puño cerrado en el rostro. Yolanda negó en todo momento que su tardanza era por una infidelidad, como el mesero suponía.
“Ella me dijo que no me está engañando, que el autobús se tardó demasiado. Yo la quería espantar y cuando la vi de espaldas saqué una navaja y se la puse en el cuello”, declaró el presunto feminicida.
Durante un forcejeo, Eduardo le enterró el arma en el cuello a su esposa y cegado por los celos la tumbó al suelo, en donde también le hizo algunas cortadas con un cutter.
Pretendía dejarla tirada cerca del paso vecinal, dijo, pues su “intención” era que algún vecino la encontrara a tiempo y llamara a los paramédicos de la Cruz Roja para salvarla, pero según su declaración, Yolanda rodó por un pequeño barranco y cayó a orillas del río Matzinga.
El cuerpo de la mujer fue arrastrado por la corriente y finalmente quedó atorado en unos ramales. Fue el pasado viernes al mediodía, cuando algunos campesinos descubrieron que un cuerpo flotaba sobre las aguas de ese afluente, a la altura del Quinto Barrio.
Pese a que en un principio el sujeto dio una historia diferente y hasta denunció la desaparición de su mujer, finalmente en una rápida acción la Fiscalía General del Estado esclareció el feminicidio y al mesero le instruyó la causa penal 12/2015.
“Sólo quisiera de alguna forma pedirle perdón a su familia”, finalizó en su comparecencia.
GUILLERMO RAMOS T.
EL BUEN TONO


