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¡SÓLO 4 MESES!

Superiberia

 Por: Andrés Timoteo  /  columnista

Vaya semana que concluye para Córdoba: balaceras, ejecutados -entre ellos niños-, camiones que explotan, manifestaciones de comerciantes, desalojos de predios, bloqueo de calles y represión policiaca. Hasta parece que los cordobeses están pagando algún karma. Por cierto, nuestra solidaridad con el periodista Carlos Vergara Sánchez, quien fue agredido por los policías simiescos de Jaime Téllez Marié, titular de la Secretaría de Seguridad Pública, durante el desalojo de un bloqueo vial.

En materia de violencia y seguridad, la historia se repite en la Ciudad de los Treinta Caballeros, porque  cada vez que nombran a un encargado de los operativos policiacos, éste hacía todo menos buscar a los mafiosos. Sólo hay que recordar lo más reciente, durante el Gobierno de Javier Duarte de Ochoa, todos los comisionados o jefes operativos que se asignaron a Córdoba resultaron un fiasco.

 Ahora, no tiene ni una semana de que el  tal Narciso Peña Cortés, subsecretario de la SSPE, fue asignado a permanecer en Córdoba para supervisar la estrategia policiaca, pero en lugar de perseguir y atrapar a los integrantes del crimen organizado se puso a dar de garrotazos a comerciantes, colonos y periodistas. Es decir, persiguen y apalean a la población, mientras que los verdaderos delincuentes siguen haciendo de las suyas sin ser molestados.

 ¿Cuál es el récord de reporteros agredidos por los ‘gorilas’ de Téllez Marié en estos meses? Ya no se diga de ciudadanos que pasan por la macana de estos tipos.  Con ellos -Téllez y el absurdo Peña Cortés-, el mandatario estatal, Miguel Ángel Yunes no necesita enemigos en las filas de enfrente, pues los tiene a su lado. Yunes Linares debe ponerles un alto a esos funcionarios simiescos, colocarles cadena y bozal, meterlos en una jaula o regresarlos a los árboles para que se bajen hasta que hayan evolucionado.

 Pero se decía líneas arriba que la mala racha para Córdoba no es reciente  y mucho tiene que ver con la calidad de las personas que gobiernan la ciudad. El Ayuntamiento lleva 18  años en manos de personajes que resultaron tremendos granujas. Los ediles Francisco Portilla Bonilla -que fue dos veces alcalde- Juan Lavín y ahora Tomás Ríos Bernal no sólo han sido malos administradores sino que hicieron que Córdoba retrocediera en todos los aspectos: desarrollo económico, turismo, cultura, servicios públicos e infraestructura.

 Sin embargo, la buena noticia para los cordobeses es que a partir de hoy viernes sólo restan cuatro meses al Gobierno de Ríos Bernal, y por supuesto es tiempo para que los ciudadanos hagan el respectivo balance. ¿Qué hizo bien y qué hizo mal o qué no hizo el edil? Sin duda la calificación es negativa y la decepción -que comenzó hace tiempo- enorme. En Ríos Bernal se corrobora que segundas partes nunca fueron buenas y que engañó a todos los electores con la bandera de que fue el primer alcalde “del cambio” en la ciudad.

 En los comicios de 1994, Ríos Bernal estaba en la zaga de los candidatos de oposición que sacaron a priistas del poder. Su primera Administración (1995-1997), pasó sin pena ni gloria -y con episodios oscuros como el robo de 100 millones de pesos del fideicomiso para los enfermos de Anaversa, operado por quien era síndico, Gerardo Buganza- pero aún así tuvo el sello de haber sido una Administración distinta a las del PRI que lleva 70 años en el poder.

 

NO MÁS ALCAHUETES

Durante las elecciones de 2013, Ríos Bernal se volvió a presentar ante los ciudadanos como la opción para sacar a los priistas de Palacio Municipal, y fue electo, en gran parte por la nostalgia que los cordobeses tenían por ese “cambio” que se dio en 1995. El resultado fue desastroso, porque Ríos Bernal enseñó el cobre del que está hecho. Administró mal, solapó corrupción de sus colaboradores, estancó a la ciudad y ni siquiera fue capaz de defender a los ciudadanos de la violencia auspiciada por los pactos de Duarte y el innombrable con el crimen organizado.

El panista se irá por la puerta de atrás, ya sólo faltan cuatro meses -aunque para los sufridos cordobeses serán muy largos- y lo que se espera es que su sucesora, Leticia López Landero, haga una limpieza en el Palacio de Gobierno. Aun cuando es del mismo partido, López Landero representa una suerte de cambio político para la ciudad, pues no pertenece al grupo de Ríos Bernal, cuyo objetivo era entregarle el Palacio Municipal a los priistas. Desde las elecciones del 2016 trabajó para los rojos, manipulado por el expanista Juan Bueno Torio y el inefable exdiputado, Víctor Serralde -o como se llame en realidad-.

López Landero le echó a perder el juego y ahora debe llegar la barredora. La nueva alcaldesa está obligada -se lo debe a los cordobeses- a auditar la gestión de Ríos Bernal y presentar las denuncias penales necesarias para castigar los abusos cometidos por este sujeto y sus compinches. No debe permitir que haya impunidad para sus antecesores, si lo hace, los cordobeses se lo deberán cobrar en su momento.

Por cierto, la noche del miércoles, el Tribunal Electoral de Veracruz (TEV) validó los resultados electorales en 21 municipios, entre ellos Córdoba, desbaratando la versión tenebrosa azuzada por priistas y morenistas de que el triunfo de López Landero iba a ser anulado. Es más, hasta aseguraban que la elección sería anulada, se nombraría un Concejo Municipal y habría comicios extraordinarios para el 2018. Se quedaron con las ganas, diría el clásico.

Los magistrados electorales también ratificaron los resultados en otros cinco municipios de la zona Centro. En Chocamán fue desechada la impugnación presentada por el candidato independiente José Luis Remigio Plata y se validó el triunfo de Norma Lidia Rojas Trejo. En Fortín de las Flores se ratificó la victoria de Antonio Mansur Oviedo y en Zongolica la de Juan Carlos Mexhua Campos. Los tres por la alianza PAN-PRD. En Orizaba fue avalada  la mayoría de votos para el priista Igor Fidel Rojí López y en Nogales para Guillermo Mejía Peralta.

En cuatro meses ellos asumirán el cargo, al que llegarán con la responsabilidad de hacer una buena administración y también maniobrar para que se castigue a los ladrones que están por salir del Palacio Municipal. Al igual que en Córdoba con Leticia López Landero, si los nuevos Alcaldes no lo hacen y se convierten en alcahuetes -como siempre lo ha señalado esta Casa Editorial en el caso de los últimos ediles cordobeses- entonces en cuatro años se estará pidiendo para ellos lo mismo que hoy se reclama para los actuales ediles salientes: la cárcel.

 

MAL NECESARIO

El miércoles pasado, la Junta de Gobierno de la Universidad Veracruzana (UV) tomó la decisión más obvia, al reelegir a Sara Ladrón de Guevara para un segundo rectorado, que inicia hoy viernes y finalizará hasta agosto del 2021. Con ello se cerró el paso a la fidelidad y el pejismo que llevaron sus alfiles a dicha competencia con el fin de hacerse de ese cargo, que no sólo es educativo ni administrativo sino también político.

No es un secreto que la fidelidad -el innombrable, pues- llevó tres candidatos a rector: dos fueron Rocío Ojeda y Manlio Fabio Cazarín, quienes se quedaron en el camino porque ni siquiera pudieron acreditar estudios de postgrados ni investigaciones científicas comprobadas -aun así ambos trataron de hacer escándalo mediático desacreditando a la Junta de Gobierno por no seleccionarlos-. Es tanta su ignorancia -y por ende la osadía- que hasta sugirieron modificar la norma para que el rector sea electo por voto popular en el futuro. ¡Habrase visto tanta asnada!

Vanos los dos primeros, la fidelidad apuntaló al académico e investigador Jorge Manzo Denes, quien si bien tiene una currícula prominente se prestó al juego de portar los intereses del innombrable a través de los exrectores Víctor Arredondo Álvarez -quien fue secretario de Educación con el impresentable exgobernante- y Raúl Arias Lovillo, el otro rector rojo que tuvo la UV, tolerante silencioso del robo del presupuesto universitario cometido por los dos últimos mandatarios.

Ambos, Arredondo y Arias Lovillo formaron lo que se conoció como  “El Cártel de las Lomas” -por la ubicación de la sede de la Rectoría en Lomas del Estadio- pues se condujeron como verdaderos mafiosos, abusando del cargo, saqueando los fondos y permitiendo que el innombrable y luego Javier Duarte usaran a la UV como ‘caja chica’. Los dos eran titiriteros de Manzo Denes y esperaban volver a resucitar su poderío a través del científico. ¡Dios no concede antojos ni endereza jorobados!, dicen los abuelos y ese par es más chueco que un bonsai.

Los integrantes de la Junta de Gobierno también desecharon la postulación de la académica Rosío Córdova Plaza y con ello atajaron que el morenismo se apoderara de la casa de estudios. Córdova Plaza es esposa del alcalde electo de Xalapa, Hipólito Rodríguez, y militante del partido del tabasqueño Andrés Manuel López Obrador. Imagínense una población de 70 mil estudiantes, todos votantes, dirigidos hacia el proyecto del Tabasqueño. Por eso la candidatura de la doctora Córdova estuvo muerta desde el inicio.

Así, la opción menos dañina fue la señora Ladrón quien  no ha sido ni la panacea ni es una investigadora brillante ni una administradora honesta, pero en la gama si la menos peor. Dos méritos pesaron en su reelección –y que nadie se los puede arrebatar- que fueron enfrentarse al enloquecido Duarte de Ochoa en la defensa de los recursos presupuestales que le quitó a la casa de estudios y por ende, -y ahí está el segundo punto a favor- se convirtió en una anti-duartista –y por añadidura antifidelista-. Tan solo esto último ya es, en sí mismo,  un sello de honor pese a que lo hizo de último momento. Así, la reelección en la UV finalmente fue un mal necesario.

 

EL QUINTO MALO

Mañana sábado se realizará el Quinto Informe de Gobierno del priista Enrique Peña Nieto y en contradicción con el dicho popular, está vez sí hay “quinto malo”. El mexiquense es hoy por hoy el Mandatario más repudiado de la historia del País. En enero pasado, el diario Reforma difundió una encuesta en la que el 86 por ciento de los mexicanos rechazaba su Gobierno. Es decir, menos de un ciudadano de cada diez acepta a Peña Nieto.

Los escándalos de corrupción, abuso de poder, relaciones con empresas transnacionales para hacer negocio con el dinero público, la violencia incontrolable y la frivolidad de Peña Nieto, su familia y sus cercanos tienen hartos a todos los mexicanos, que -al igual que los cordobeses- ya no ven cuándo termine su gestión. A partir de mañana sólo le quedarán 12 meses de Gobierno.

Por lo pronto, los que se atrevan a escuchar lo que ‘informará’ Peña Nieto se van a recetar una retahíla de mentiras. Les describirá el México imaginario en el cual sólo viven él y sus cercanos.

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