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Vasconcelos

Superiberia

la semana que concluye fue agitada, atípica y para reflexionar. Docentes de diversos puntos del Estado bloquearon calles y carreteras para exigir pagos atrasados. La molestia entre el resto de la población porque interfirieron en sus actividades cotidianas fue notoria. El apoyo comprensivo de varios sectores de la sociedad, también. Las demandas pueden ser justas o no, según el ángulo con el que se mire. “Sólo el que carga el morral sabe lo que pesa”.

La educación, junto con la salud, son los principales derechos que las y los mexicanos más exigimos. Todo lo contrario pasa con el de la información y libre expresión. Por eso, al ser una parte sensible de nuestra sociedad, debemos redoblar esfuerzos para que los procesos educativos –formales y no formales- nunca se detengan, sean permanentes y una causa de vida.

Muchas personas comparan nuestra eficiencia terminal educativa con otros países. Pareciera que es parte de nuestras costumbres el reflejarnos en otras sociedades para ver nuestros logros y deficiencias. Escucho, leo decir que Finlandia tiene el mejor sistema educativo. Vemos en Japón una sociedad que ha logrado superar sus adversidades. No olvidemos que en 1945 sufrieron los primeros y únicos ataques nucleares en la historia de la humanidad.

Pero bueno, para poder compararnos con los dos países mencionados debemos vernos, reconocernos, para saber en qué fallamos. Por ejemplo, la población de Finlandia y Japón leen por recreación o entretenimiento un promedio de 47 libros al año per cápita. Lecturas extra a las obligadas en los centros escolares o de trabajo. En cambio en nuestro País, estamos con menos de dos libros al año. Siendo los más leídos los de superación personal. Una diferencia notable.

Por supuesto que en acceso a las nuevas redes tecnológicas aún estamos lejos de lograr que el estudiantado y población en general accedan a los servicios. La simple cobertura es un impedimento.

El diputado presidente de la Comisión Permanente de Ciencia y Tecnología de la LXIII Legislatura local, David Velasco Chedraui; comentó recientemente que tenemos escuelas que no cuentan ni siquiera con una computadora, por lo que consideró necesario que el programa “Vasconcelos” sea ampliado y reforzado.

“Es necesario el  diseño de más políticas públicas que permitan fomentar el conocimiento y la innovación, porque contribuyen al crecimiento económico de la entidad, favorecen el desarrollo humano y posibilitan que haya justicia social.”

Y es que así, como hablamos de una canasta básica alimentaria, también deberíamos tener una en materia de educación y cultura,donde la sociedad tenga acceso a las artes y la ciencia. Porque de nada sirve que los citadinos tengamos acceso a la Internet si no sabemos ocuparla correctamente. Basta ver en qué utilizan las nuevas generaciones este servicio y nos daremos cuenta en lo que estamos fallando como sociedad.

Si las familias hiciéramos el esfuerzo por tener más libros en casa que canales de televisión, quizá nuestra realidad fuera otra. Y no se trata de satanizar al medio audiovisual, sino de equilibrar nuestros hábitos de consumo cultural. Sí a la TV, pero también a la lectura y al uso responsable y correcto de la Internet. Pero Usted, como jefe o jefa de familia, tiene la última palabra.

Por hoy es todo, y nos leemos en la próxima entrega.

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