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Vive Latino 2013

Superiberia

Hay dos Vive Latino, el que sucede afuera y el de adentro, en backstage. Hay afortunados que pueden vivir los dos sin ningún problema, entran y salen, van y vienen gracias a una pulsera o gafete mágico que les abre las puertas de cualquier lugar del inmenso Foro Sol.

La mayoría sólo experimenta uno de los dos, el de afuera o el de adentro. Yo soy de los que se queda adentro. No quiero ser sangrón y presuntuoso, pero no hay otra forma de decirlo: me tengo que quedar en backstage, pues si se me ocurriera salir al público, muchos de los fans de Café Tacvba (que en el Vive se cuentan por miles, aunque no toquemos) no me dejarían ver a muchas de las bandas de las que yo soy fan.

Tampoco me dan un gafete mágico que me permita subir a todos los escenarios para desde ahí ver a los grupos que me interesan. Los Lobos (el equipo de seguridad en estos eventos) siempre están dispuestos a correrme si no traigo la pulsera del color correcto. Hasta parece que disfrutan sacarme. O tal vez sólo soy un paranoico que ve sonrisas de satisfacción en donde no las hay.

Si pudiera hacerlo hubiera visto a Él mató a un policía motorizado, a Porter, Los Punsetes, Pegasvs, Gepe, la Mala Rodríguez y Juan Cirerol. También hubiera ido a ver a mis amigos de La Banderville, Candy, Renoh, A band of Bitches y a Liber Teran.

Pero aunque no pueda ver a todos estos grupos y artistas actuar en su escenario, de todos modos cada año quiero estar en el Vive Latino.

Esta vez me invitaron a participar de DJ. En un principio la idea era que pusiera música en la carpa de Hospitality. Acepté con gusto, pues en ese lugar se reúnen todos los músicos y sus invitados a tomar un trago y a convivir. Los planes cambiaron y terminé poniendo música en una carpa de locación muy diferente, de estar “adentro” me fui hacia “afuera”.

La carpa Sonideros ofrecía en su cartel, a músicos que tienen faceta de DJ. A mí me tocó estar el sábado después de Sergio, de Zoé, y antes de Rottman, de Los Fabulosos Cadillacs.

Soy DJ desde hace más de seis años y he ido cambiando mi forma de poner música desde entonces. Al principio sólo ponía canción tras canción que traía en CD. Después tenía cientos de rolas en mp3 en mi computadora portátil y las mezclaba en una interface. Luego hice mash-ups en Ableton Live combinando beats electrónicos con rock clásico. Pero para este set del Vive regresé a mis viejos CD.

He tenido diferentes tipos de audiencia y diversas reacciones. Algunas noches la gente se vuelve loca bailando, pero otras sólo se me quedan viendo. El público del sábado pasado era de este último tipo. Me veían insistentemente sin moverse mucho. Cuando esto me ha sucedido me quedo con una sensación de vacío, de frustración. Estoy ahí detrás de las tornamesas para hacer bailar a la gente, no para que me vean. Tenía que hacer algo urgente o, si no, sería otra de esas actuaciones de DJ que no disfruto.

Si nadie baila, pensé, voy a bailar yo. Así que me pasé a la tarima que hay enfrente del boot de DJ, ese lugar en donde los mc’s se ponen a rapear, y deleité a mi público con mis “magníficos pasos de baile”.

Hasta me quité el saco que traía puesto como si fuera un stripper, y ya no le seguí con la demás ropa porque me dio frío (literal).

Entonces sí, la gente se puso a bailar conmigo cambiando el ambiente de la carpa Sonideros. Terminando regresé al Hospitality, en donde disfruté del excelente set que se aventaron Oro de Neta y Bonnz!, de Hello Seahorse!, en las tornamesas, combinando hip hop, dance y rock de una forma magnífica, que me dan ganas de copiarles varias mezclas (y lo voy a hacer, ya les pedí permiso).

Hay quienes utilizan esta carpa para hacer contactos, entregar discos, proponer tocadas, giras. Los managers son felices negociando lo que sigue para su banda al ritmo de la música y al calor de un trago.

Pocas veces se ve a tantos músicos reunidos bajo el mismo techo. Roqueros que viven al máximo este Vive Latino de atrás. Claro, ¿cómo no lo iban a hacer? En la carpa de Hospitality hay comida y chupe gratis y ¡hasta masajistas!

Como diría Alex Lora: ¡que viva el rocanrol!

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