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Brasil: Dilma Rousseff vs. Aécio Neves

Superiberia

 

La primera vuelta de las elecciones presidenciales de Brasil terminó con un final clásico, si es que se puede hablar de clasicismo en un país que, contando con el cuarto parlamento más antiguo en el mundo, volvió a tener elecciones democráticas en 1985 después del golpe de Estado militar de 1964. En las elecciones de 1994, 1998, 2002, 2006 y 2010 se han enfrentado en la segunda vuelta el Partido de los Trabajadores (PT) y el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), con los expresidentes Luiz Inácio Lula da Silva y Fernando Henrique Cardoso como las figuras emblemáticas de ambos partidos, respectivamente. El próximo 26 de octubre se enfrentarán nuevamente con las candidaturas presidenciales de Dilma Rousseff, que busca la reelección, y Aécio Neves del PSDB.

No, no será una final entre dos mujeres como lo predijo equivocadamente esta sesgada columnista que siempre anda buscando que las mujeres lleguen al poder. Y aunque no es consuelo aquello de “mal de muchos”, es importante señalar que —como en México— todas las casas encuestadoras fallaron. En las encuestas registradas 3 días antes de la elección, las principales encuestadoras predecían una ventaja de 15 puntos entre la candidata Rousseff con 44% y un empate técnico entre Aécio Neves y Marina Silva, ambos con alrededor de 25% de la intención de votos. Pero los resultados han sido diferentes. La presidente Rousseff ha alcanzado 41.5%, Aécio Neves, 33.6 % y Marina Silva, 21.3 por ciento.

En las últimas dos semanas antes de las elecciones se fueron imponiendo las variables determinantes en una campaña electoral: estructura partidaria, recursos económicos y publicitarios, experiencia electoral y resistencia de los candidatos. A la hora de escribir este artículo la candidata del Partido Socialista Brasileño (PSB), Marina Silva, que por la mayor parte de la campaña llegaba a la segunda vuelta y vencía, tenía registrados sólo tres puntos más que los que obtuvo en 2010, cuando fue candidata por el Partido Verde,  de 19% a 22%. Quiere decir que en el transcurso de la campaña los votos que había ganado con su sorpresiva designación como candidata a raíz de la muerte del candidato presidencial Eduardo Campos y que le agregaban hasta 15 puntos más que en su participación anterior, migraron en su mayor parte hacia el candidato del PSDB, Aécio Neves, pero también, aunque en menor medida, hacia la presidente Rousseff.

Una vez que quedó claro que sería imposible ganar en una primera vuelta —hay que recordar que ni el presidente Lula pudo hacerlo en las dos elecciones en las que triunfó—, la estrategia electoral del PT se centró en “deconstruir” a Marina Silva que encarnó repentinamente la esperanza del cambio para luego en la segunda vuelta enfrentar a un enemigo más conocido, más predecible y al cual lleva ventaja, pues en las últimas tres elecciones el PT ha vencido al PSDB. No fue muy difícil bajar a Marina Silva al nivel de su voto duro. La presidente Rousseff contaba con seis veces más tiempo en televisión que la candidata del PS, seis veces más presupuesto de campaña, además de guiarse por uno de los publicistas electorales más experimentados y exitosos, Joao Santana. Aunque Dilma Rousseff no tiene el carisma y la simpatía de Lula, trasmite experiencia y amplio conocimiento de la mayoría de los temas de gobierno, de tal manera que en los varios debates Marina desmerecía claramente frente a Dilma. A la hora de preguntarse a quien confiar el gobierno en tiempos de tormenta, el votante cauteloso podía observar más experiencia en la candidata del PT y una mayor probabilidad de gobernabilidad en el Congreso, donde la presencia de 22 partidos en la Cámara de Diputados y 16 en la de Senadores da lugar a la necesidad de formar alianzas cada vez que se presentan iniciativas importantes.

Con todo, la segunda vuelta no será un día de campo para el PT. Aécio Neves es un candidato muy atractivo, nieto del legendario Tancredo Neves, el candidato triunfador de las primeras elecciones democráticas, pero que no pudo tomar posesión por caer gravemente enfermo y morir. Como gobernador de Minas Gerais, Neves logró darle la vuelta a la quiebra técnica en que recibió su estado, mejoró sustancialmente las cuentas públicas y creció económicamente. Su discurso es socialdemócrata, pero difícilmente logrará atraer aquellos votos de Marina Silva que provenían del PSB que siempre ha caracterizado al PSDB, fundado por el expresidente Cardoso, como “neoliberal” y derechista.

Mientras que el expresidente Lula continúa siendo una figura muy carismática y popular principalmente entre las clases populares, un verdadero activo electoral para el PT, el expresidente Cardoso no lo es para el PSDB a pesar de su carisma e inteligencia. De alguna manera el PT también “deconstruyó” al expresidente Fernando Henrique a pesar de que una parte importante de los logros sociales enormes del PT estuvo sustentada en la estabilidad económica alcanzada por el gobierno del expresidente Cardoso y en varias de sus reformas, como la que modernizó a Petrobras.

El PT tuvo grandes méritos. De 2003 a 2009, durante los dos gobiernos de Lula, la clase C creció de 66 a 95 millones. La clase D disminuyó de 47 a 44 millones y la de mayor pobreza, la E, disminuyó de 49 a 29 millones. Durante el gobierno de la presidente Rousseff, a pesar del bajo crecimiento, continuó esa tendencia. La clase C creció a 113 millones. La D disminuyó a 40 millones y la E a 16 millones. La influencia del Estado brasileño en la economía es muy grande, capaz de alterar el mercado en varios rubros y en lo social el PT usó bien ese poder. El gobierno recauda 35% del PIB (en contraste con el 14% en México); la banca gubernamental otorga 48% de los créditos y 100% de los créditos a largo plazo y el porcentaje de créditos con respecto al PIB que se otorga en Brasil es muy superior al de México. Pero hay un límite al papel del Estado como motor del crecimiento, especialmente en situaciones externas difíciles como las actuales y cuando el consumo interno deja de crecer porque el endeudamiento de las familias ha llegado al tope. El otro motor, la inversión de los empresarios, no avanza en gran medida por una pérdida de confianza en el equipo de la presidente.

El domingo 26 de agosto será la segunda vuelta electoral y la propaganda por televisión sólo se permite a partir del día 11, periodo cortísimo en que ambos candidatos tendrán el mismo tiempo de propaganda por tv: diez minutos diarios. ¿Cuál será el resultado? De lo único que estoy segura es que será un combate épico que fortalecerá aún más a la vibrante democracia brasileña. Nos encontramos en Twitter: @ceciliasotog

*Analista política

ceciliasotog@gmail.co

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