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DEFENSORES DE LA JEFA

Superiberia

Por Andrés Timoteo /  columnista

DEFENSORES DE LA JEFA

El Primer Tribunal Colegiado en materia penal de la Ciudad de México acaba de rechazar que se considere como prueba de descargo un documento-declaración a favor de Karime Macías Tubilla, ex esposa de Javier Duarte de Ochoa, quien busca que se anule la orden de aprehensión girada en su contra por el delito de fraude por 112 millones de pesos de las arcas del Sistema Estatal para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF).

 Esta declaración pretende exonerarla de ese desfalco y fue elaborada por dos personajes de la zona Centro muy ligados al duartismo -de hecho, fueron funcionarios públicos en ese régimen de ladrones  para tratar de desvirtuar una declaración previa y firmada por descrito del 2016 en la que se señala que Macías Tubilla como presidenta del patronato del DIF ordenó que se simularan compras de servicios e insumos a seis empresas ‘fantasma’.

 Las compañías que participaron en el chanchullo fueron Pefraco, Abastecedora Romero, Centro de Recursos Cerene, Ravsan Servicios Múltiples, Grupo Barcano y Anzara, según ha documentado el Sistema de Administración Tributaria (SAT) y sirvieron para evadir, entre los años 2011 y 2012, 112 millones 216 mil pesos. Y eso tan sólo en ese par de años, ¿cuánto no habrán robado los cuatro siguientes?

 Pues bien, Karime Macías -llamada “Lady Abundancia”- recurrió a viejos cómplices para hacer una declaración a su favor y validarla con fe pública. El declarante es Juan Antonio Nemi Dib, quien fue director del DIF estatal y quien inicialmente había testificado ante el ministerio público que su jefa ordenó el saqueo de la institución, pero ahora se desdice alegando que la señora es una blanca paloma y que no tomó ni un lapicero prestado, y que lo dicho antes fue porque lo amenazaron. Aja.

 ¿Y quién validó esa nueva declaración? El terrablanquense avecindado en Córdoba de donde fue alcalde en dos ocasiones, además de funcionario estatal y muy allegado a Duarte y al innombrable, Francisco Portilla Bonilla, quien a través de la Notaría que regentea le dio validez al desmentido para ayudar a la esposa de Duarte y buscaron engañar a los jueces federales, pero estos rechazaron la burda tetra. 

La osadía de ambos es supina, pues buscaban que una declaración notariada sirviera como prueba maestra para cancelar la orden de aprehensión contra Karime Macías y así anular todo el proceso de extradición. Vaya, como si Portilla tuviera la calidad moral y ética para declarar inocente a una maleante. No hay que olvidar que la exesposa de Duarte actualmente está en libertad condicional en Londres, Inglaterra, y sujeta a un proceso de extradición para que en México responda por los delitos imputados.

 El meollo es que estos dos cordobeses están respondiendo al llamado de sus jefes y cómplices para buscar que las tropelías de Macías Tubilla queden sin castigo y pueda gozar de lo robado sin que nadie la moleste. Estos señores, Nemi Dib y Portilla Bonilla, no se cansaron con haber robado a manos llenas en su momento, sino que además sin pudor alguno se erigen como defensores trasnochados de la jefa de la banda. Están desatados.

EL NIÑO 44 

Hubo un tiempo en que los delitos desaparecieron en la vieja Rusia. Fue durante los años cuarenta y cincuenta del siglo pasado cuando gobernaba el implacable José Stalin. Entonces, la Nación se llamaba Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y nadie en aquel inmenso país cometía crímenes, tampoco existía la homosexualidad ni la disidencia ni había personas con discapacidades. En la URSS todo era igualdad, fraternidad y perfección, nadie delinquía ni era infeliz. 

Claro, se trató de un espejismo o más bien un gran engaño público porque los crímenes se ocultaban e ignoraban, los discapacitados se dejaban morir tan pronto nacían, los homosexuales y disidentes políticos eran enviados a los campos de trabajo forzado en Siberia. Esa “limpia” de indeseables la justificó el dictador Stalin a través de un decreto por el que dio por sentado que la vida pública había sanado, se había purificado.

 Por ello, hablar de asesinatos y particularmente de aquellos en los que las víctimas eran niños se consideraba un delito de Estado. No existían los infanticidios porque como la URSS estaba purificada nadie cometía ese tipo de atrocidades y quien se atreviera a hablar de ellos atentaba contra la Nación. Así, la policía no investigaba y si algún caso llegaba a los tribunales se tipificaba como accidente. En la Rusia estalinista no existía el mal.

 Un libro que retrata perfectamente esa purificación de la sociedad por decreto es “El niño 44” del inglés Tom Rob Smith que narra los crímenes cometidos por un asesino serial de pequeños y las maniobras del agente de seguridad, Leo Stepánovich, quien pese a toparse con el férreo sistema burocrático que lo atajaba para indagar los homicidios de niños, lo hizo desafiando el decreto purificador. Hay incluso una película basada en dicho libro que lleva el mismo nombre y que salió a la cartelera en el 2015.

 La reseña viene al caso porque setenta años después y a medio mundo de distancia, en México se habla de “purificar la vida pública”, de eliminar “la enfermedad social”, de “moralizar a la sociedad” y de que el pueblo “está feliz, feliz, feliz” porque ya no hay maldad y la poca que queda se combate “con abrazos y no con balazos”. Hasta parece que el presidente Andrés Manuel López Obrador copió el guión estalinista de desaparecer por decreto los problemas y la criminalidad.

 En días pasados y en alusión a las protestas por la ola de feminicidios, incluyendo el que ha ocasionado el estupor y la furia popular que fue el de la niña Fátima en Xochimilco, el tabasqueño ha recurrido a discursos cuasi religiosos y hasta mesiánicos en lugar de disponer de políticas públicas, planes de acción y estrategias de combate a la oleada de homicidios de mujeres. 

“No es solución solo el castigo (se deduce que a los feminicidas), tenemos que purificar la vida pública, mejorar la vida pública”, ha dicho. Y ha machacado: “es una enfermedad social, entonces esto no solo se resuelve con policías ni con cárceles”. La solución es moralizar a la sociedad mexicana, deduce.

 Como si estuviera en el púlpito, decreta: “tenemos que seguir moralizando, purificando a la vida pública, impulsando una nueva corriente del pensamiento en donde valga la integridad, la honestidad, el amor al prójimo y no lo material, lo que deshumaniza. Eso es lo que se tiene que seguir haciendo, apurarnos para tener la constitución moral y apurarnos para que no siga creciendo la mancha negra de individualismo, que se fortalezcan los valores”.

 Su socorrida “constitución moral” será la cumbre del saneamiento de la vida nacional. Una vez publicada y corriendo de mano en mano, no harán falta otras leyes ni los tribunales ni las cárceles ni los policías porque la gente, llena de amor al prójimo, ya no cometerá crímenes, igual que en la vieja URSS. ¿Qué le pasó a México para regresar 70 años en el tiempo? El estalinismo se viste de marrón siete décadas después.

LAS MUERTAS ENEMIGAS

 Sobre esas ocurrencias y la indiferencia -con enojo marcado cuando le tocan el tema- ante los feminicidios, hay muchos observadores del quehacer público que alertan del contrasentido presidencial. Si fuera por López Obrador ya habría emitido un decreto para desaparecer los feminicidios y a las feministas incomodas las mandaría a campos de trabajo forzado en las haciendas henequeneras de Yucatán o al Valle del Yaqui en Sonora, como en los tiempos de Porfirio Díaz, para acabar con la disidencia política.

 Quizás el que mejor resume la actitud del tabasqueño frente a los feminicidios es el periodista Ricardo Rocha, uno de sus aliados más antiguos, pero que no se ciega ante lo evidente.  Rocha escribió: “Lo que indigna es que no se le vea indignado. Lo que conmueve, es que no parezca conmovido. Lo que ha desatado la furia, es que no se muestre furioso. Ausentes de su diccionario han estado las palabras de todos en estos días: estupefacción, horror, vergüenza, bestialidad y deshumanización”.

 “El presidente, se ha mantenido hierático, indolente, imperturbable. Y anticipa que su indolencia ante los feminicidios será “su Ayotzinapa” al lapidar: “Peña Nieto se tardó 11 eternos días en pronunciarse sobre los 43 de Ayotzinapa; AMLO lleva cuatro”.

 Otro analista, este sí de izquierda y muy pro-Morena pero con una agudeza impecable, Hernán Gómez Bruera, advierte: “es un error leer este movimiento (feminista) como una expresión política en contra de la 4T”.  El presidente, dice Gómez Bruera, debe dejar de “hablar como un patriarca” y mostrar humildad, escuchar a las mujeres e involucrarse en la búsqueda de mecanismos para superar la situación.

 “Las feministas no son enemigas del presidente y aprendería mucho de las mujeres que han tomado las calles”. López Obrador, añade, “tristemente no ha sabido estar a la altura esta vez. Con sus declaraciones no ha demostrado ni la suficiente sensibilidad ni debida empatía, no digamos un plan concreto”. 

El tema de los feminicidios por podrá ser obviado por el régimen morenista ni ocultado con algún distractor -ya se agotó la ‘caja china’ de la rifa del avión presidencial- y las activistas preparan movilizaciones masivas en todo el país. Para el domingo 23 de febrero harán una cadena humana de manos femeninas entrelazadas.

 Para el lunes 9 de marzo, el siguiente del Día Internacional de la Mujer, convocan a un paro nacional de la población femenina. Ninguna trabaja, ninguna da clases, ninguna va a la escuela para ver sí así el gobierno deja la indolencia y se pone a hacer su deber. “¡El nueve ninguna se mueve!”, es el lema para esa jornada de movilización femenina.

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