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El nuevo programa de 100 ciudades

Superiberia

Pocos gobernantes en México entienden el concepto y la importancia del desarrollo urbano. Incluso escasas veces se considera éste de prioridad nacional porque tiende a encajonársele en el ámbito municipal. Muchas de las obras que se proyectan en las principales ciudades del país obedecen en no pocos casos al capricho o a los intereses del gobernante en turno y en escasas ocasiones a la planeación y a su aportación al desarrollo urbano.

Dos conceptos son primordiales para entender este tema; el primero es una tesis del arquitecto Charles Correa, que sostiene: “La imagen urbana afecta la moral social”. El segundo nos dice, que el desarrollo urbano influye en el desarrollo humano. Ambas ideas nos ilustran que se puede influir en el ser humano -tanto en sus emociones y su comportamiento, en lo individual y en lo social- a través de la atención a “la cuestión urbana”.

El municipio se concibió como el pilar fundamental del federalismo, el orden de gobierno más cercano a la gente, el primer y más importante eslabón de la cadena gubernamental. La realidad es que los municipios están en el total abandono y son el eslabón más débil en lo administrativo, lo fiscal y en dirección política.

Los ayuntamientos son muy ineficaces para cobrar el predial, lo son para gestionar recursos federales, por lo que económicamente quedan a merced del gobernador en turno, quien les “jinetea” los recursos que les transfiere la Federación por su conducto. La chequera es el principal instrumento de control político de los gobiernos estatales a los municipios. Ante la precariedad económica, política, de visión y preparación técnico-administrativa, los ayuntamientos no realizan planeación y evaden obras que trascienden su periodo. En los últimos 12 años el crecimiento de las ciudades medias del país lo condujeron los desarrolladores de vivienda, para bien y para mal. Los gobiernos federales panistas no fueron “municipalistas”; y, hay que decirlo, el mejor esfuerzo municipal y de desarrollo urbano lo dio el gobierno salinista a través de la Sedesol, que tuvo como eje fundamental el programa de 100 ciudades.

Con este programa el Gobierno federal actuó de manera subsidiaria al impulsar una reforma urbana que atendió la necesidad de la planeación ante la explosión demográfica esperada en las ciudades medias del país.

Fue en el gobierno salinista cuando se dieron las bases para las grandes inversiones en plantas de tratamientos de aguas residuales, la construcción de rellenos sanitarios para depósitos de basura, los planes urbanos y de uso de suelo, el fortalecimiento de los institutos catastrales, la incorporación de tierras ejidales a la mancha urbana, los programas de regeneración de los centros de las ciudades y el desarrollo de proyectos estratégicos detonadores.

En 1992 se estableció el programa de 100 ciudades en poblaciones con potencial para vincular el ordenamiento urbano con el desarrollo social y económico cuidando el impacto ecológico y así impulsar una mejor calidad de vida de los pobladores. Han pasado 20 años desde que se diseñaron estos programas y estas ciudades medias crecieron territorial, poblacional y económicamente creando el despertar de las regiones, un proceso que difícilmente puede ser detenido. Ciudades que entonces tenían 400 mil habitantes están ahora bordeando el millón, por lo que presentan una muy distinta y nueva problemática.

Hoy se hace necesario implementar una nueva versión del programa de 100 ciudades que permita a la Federación apoyar de manera subsidiaria a los municipios en esta nueva etapa, con una visión integral que establezca bases de eficiencia e institucionalización administrativa, así como aspectos de planeación urbana, vialidad y transporte público, asuntos fiscales que impacten en el ingreso y los gastos municipales para mejorar la eficiencia y la transparencia y en general temas que permitan romper la maldición de Sísifo que padecen actualmente muchos ayuntamientos. Sísifo, ser mitológico que fue condenado a subir una piedra cuesta arriba y al llegar a la cima, la piedra rodaba otra vez abajo, para volver a empezar.

 

@ClouthierManuel

Empresario

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