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¿Está México de moda?

Superiberia

Primero fue The Economist, el respetado semanario inglés más conocido por sus ácidos diagnósticos que por sus alabanzas. Le siguió el igualmente reconocido Financial Times. Este domingo hizo lo propio el columnista y autor Thomas Friedman, en el New York Times. Todos han puesto la mira en México, y les ha gustado lo que vieron.

The Economist dio el banderazo de salida justo antes de la toma de posesión del presidente Peña Nieto. En un reportaje especial de 14 paginas, la revista se cuidó de no cantar las loas del gobierno entrante, sino que se enfocó mas bien a las transformaciones en curso en nuestro país, a la agenda (muy larga) de asuntos pendientes, y al siempre difícil asunto de la seguridad.

No voy a repetir aquí lo que afirmó en su reportaje el semanario, salvo por una reflexión que me pareció interesante y probablemente apropiada: de las predicciones fallidas del fin del mundo resulta que tal vez la equívoca fue la interpretación de lo que los mayas quisieron decir. Su predicción, la de un nuevo comienzo, bien podría aplicar para México.

Poco después, el Financial Times comenzó con el tema del “Tigre Azteca” con una nota de su corresponsal Adam Thomson, quien tal vez equivocó la metáfora zoológica, pues corresponde más el termino de “Jaguar” que el de “Tigre”, pero le atinó al punto central: cómo un país que hasta hace no mucho tiempo estaba considerado como un candidato a ser un “estado fallido” súbitamente se colocó a la cabeza de las preferencias de los inversionistas y los analistas que escudriñan minuciosamente a todos los de la región, por encima incluso del otrora siempre favorito Brasil.

Thomson no omite la advertencia: la última vez que las perspectivas económicas de México generaron tanto entusiasmo, dice, fue en 1988-1994, para culminar en la devaluación/recesión de la así llamada crisis del Tequila. Y tampoco ignora que mucho de lo que se ha visto hasta ahora es más forma que fondo, pero recoge y retoma la percepción de que, desde su perspectiva, las administraciones priistas son más eficientes que las panistas.

De nuevo, sin animo de refritear al venerable Financial Times, Thomson toca todos los puntos delicados o negativos, pero de su nota emerge un relato que permite cierto optimismo.

Ahora ha sido Thomas Friedman quien exhorta a sus lectores (entre los que se cuentan funcionarios y ejecutivos del gobierno y de empresas estadounidenses) a voltear hacia el sur, llegando al grado de afirmar que no obstante todo lo que se dice acerca de China y la India, México bien podría ser una (o LA) potencia económica dominante en el siglo XXI. Al igual que los otros textos citados, el de Friedman no omite ninguno de los problemas y retos que enfrenta nuestro país, pero los pone en contexto. Hoy que los Óscares están de moda, hace una buena referencia cinematográfica: México, según Friedman, es como una rara mezcla de “No Country for Old Men” y “The Social Network”. Los mexicanos, dice Friedman, han decidido en su subconsciente que no pueden permitir que la violencia ligada al narcotráfico los defina.

No son estos tres -ni de lejos- los únicos textos de fondo que se han publicado en los medios internacionales acerca de nuestro país, y no me atrevería yo a decir que marcan ya una tendencia (y una portada del Economist no hace verano, como todos sabemos). Pero lo cierto es que cada vez más, en la opinión de muchos y muy diversos estudiosos y analistas de fuera, pareciera crecer la coincidencia en que algo bueno ha estado y está pasando en México, y que vienen tiempos aun mejores.

Me enfoco en las lecturas del exterior porque resulta más difícil descalificarlas o meterlas en el costal complotista de quienes ven en todo cortinas de humo para ocultar lo negativo o para tapar tal o cual plan macabro para robarse al país. No observo un sesgo partidista en esta breve selección de textos, ni tampoco mayor simpatía por el PRI, partido al que tanto el Economist como el Financial Times o el New York Times han visto y criticado en numerosas ocasiones como un obstáculo a la apertura y democratización de México.

No soy tampoco, y de eso pueden dar fe muchos de mis pocos lectores, un optimista. Pero debo reconocer que cuando desde fuera nos dicen que algo bueno sucede en nuestro país, vale tal vez la pena quitarnos los lentes obscuros y mirar, sin filtros ni colorantes artificiales, lo que está pasando allá afuera.

Twitter: @gabrielguerrac
Internacionalista

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