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LAS FOSAS DE RÍO BLANCO

Superiberia

Por Andrés Timoteo   /  columnista

LAS FOSAS DE RÍO BLANCO

Informar sobre la localización o exploración de fosas clandestinas y dar cuenta del número de restos humanos allí encontrados ya no es algo extraordinario para el quehacer periodístico de Veracruz como tampoco lo es en muchas regiones del País en las que el crimen organizado sembró cementerios ilegales. No es noticia extravagante, pero sí sorprendente porque cada vez que se toca el tema se vislumbra un poco más el horror que sucedió en esos lugares.

En esta semana, el foco noticioso en ese tema fue Río Blanco y concretamente en el cerro Los Arenales de la colonia Venustiano Carranza. Allí, desde el año pasado los colectivos que se dedican a la búsqueda de personas desaparecidas recibieron de manera anónima la información, con un mapa incluido, sobre varias fosas clandestinas. En mayo del 2018 localizaron los primeros seis cuerpos humanos.

Ocho meses después se reinició la búsqueda -la semana pasada- y hasta la tarde del miércoles sumaban cuatro cuerpos más. Es decir, ya son 10 cadáveres extraídos de unas cinco fosas. ¿Cuántos habrá en total? No se sabe, hay que explorar y excavar, aunque la información recibida por los activistas habla de decenas de cuerpos.

Es más, algunos aventuran que en Río Blanco podría ubicarse el segundo fosario más grande de la entidad después del hallado en Colinas de Santa Fe, al norte de la ciudad de Veracruz y donde se han extraído 296 cadáveres -bueno, cráneos para ser exactos-. No es raro que haya ese tipo de cementerios clandestinos en Río Blanco pues el corredor fabril es territorio de operación, tránsito, trasiego de estupefacientes y de comisión de muchos otros delitos paralelos de los cárteles del narcotráfico.

Si bien en Los Arenales podría ser el predio con mayor número de fosas clandestinas, tampoco es el único ya que la zona Centro, según se ha sabido, estaría tachonada de cementerios ilegales, desde el corredor Amatlán-Córdoba hasta Maltrata-Acultzingo. No hay que olvidar que también allí cerca, en el poblado Cuautlapan de Ixtaczoquitlán, hay la versión de que habría al menos 50 fosas en un rancho conocido como Chicahuaxtla. 

En el pasado mes de febrero del año 2017 extrajeron de allí los restos de cinco personas, tres mujeres y dos hombres, pero sigue pendiente explorar todo el predio a fin de exhumar otras víctimas.

También en Ixtaczoquitlán se han encontrado predios con fosas clandestinas en terrenos que son propiedad de políticos y exfuncionarios municipales. Por ejemplo, hay dos lotes, uno en el poblado Moyoapan y otro sobre la calle Norte 15 de la misma cabecera municipal que son propiedad del exalcalde priista Nelson Votte Ramos.

Ahí se encontraron huesos calcinados de personas, además de que hay otros predios en la comunidad Campo Chico del mismo municipio donde se hallaron sepulturas similares que serían propiedad del excomandante de la Policía Municipal, Pedro Bernabé Báez. ¿Qué indica esto?, que los políticos del lugar no sólo estaban al tanto de las fosas clandestinas, sino que pudieron haber participado en el delito prestando sus terrenos para que los criminales los usaran como cementerios privados y, por supuesto, ilegales.

‘HOMO SACER’, EL MATABLE

Además de las tumbas de Río Blanco, hubo otra hallada la semana pasada en Sayula de Alemán donde se encontró un cadáver, en una revisión inicial y que se localizó fortuitamente pues en el ejido El Saladero. También desde el lunes pasado, colectivos de búsqueda de personas desaparecidos realizan la tercera exploración en terrenos ubicados al Norte del Puerto de Veracruz, concretamente en los adyacentes del libramiento vial Kilómetro 13.5 y los terrenos del basurero municipal.

En dos exploraciones anteriores no se encontraron las fosas que supuestamente están allí, aunque de acuerdo con la información que los activistas recibieron, también de manera anónima, desde el 2016, en el lugar habría hasta 400 cadáveres inhumanos en las 300 hectáreas que ocupa el vertedero. Sería otra de los fosarios más números y muy cercano al de Colinas de Santa Fe.

La activista orizabeña, Aracely Salcedo Jiménez, comparó a esos predios donde se localizaron fosas clandestinas y en los que se supone habría decenas o centenas de cadáveres con campos de exterminio. Y no está equivocada porque muchas de las víctimas habrían sido llevadas vivas y allí fueron torturadas, mutilada, asesinadas y sepultadas. Tal es el horror que sucedió en esos predios sin contar con que las mismas inhumaciones ilegales ya son algo
espeluznante.

 La referencia  sobre el exterminio masivo de personas hace recordar a lo dicho por el filósofo italiano Giorgio Agambel -quien ha documentado teóricamente el exterminio de judíos en los campos de concentración del Nazismo- sobre que los “desaparecidos” son ese ‘Homo Sacer’ del que hablaban los griegos y romanos de la antigüedad, es decir el “hombre despojado del valor de su vida”, el “Ser matable”, el que -a vista, en este caso,  de los criminales- “tiene una vida que no merece vivir”.

 El ‘Homo Sacer’ es despojado de todo, no solo de su vida sino de su propio rastro sobre la tierra. Por eso las fosas clandestinas -ocultas, escondidas- para que nadie encuentre sus restos, para que no haya prueba física de que murió y lo peor, de que existió. Los ‘Homo Sacer’ son esas personas atrapadas en un limbo construido por los criminales, son los miles de desaparecidos que nadie sabe si están vivos o muertos. Hoy es tarea obligada buscarlos.

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