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Los desaparecieron sin ningún motivo

Superiberia

Altas montañas.- En mayo, se conoció que había sido encontrada una fosa clandestina en medio de unos cañales, entre Potrero Nuevo y la localidad Ojo Chico, donde fueron encontrados restos de dos personas calcinadas.

Doña Jovita, la madre de Jairo Manuel Flores Donado, lo recuerda como un joven ejemplar y trabajador. “Sus compañeros de trabajo lo sabían y vinieron a vernos para saber lo que pasó”, cuenta.

Jairo llevaba once años trabajando como supervisor en la compañía Forma Vitrum, ubicada en el kilómetro 9 de la carretera federal Córdoba-Veracruz.

Su madre, a consecuencia de la pérdida del muchacho, cayó enferma y así ha venido padeciendo decaída, pero se mantiene firme por querer volver a verlo.  

Ese día, Jairo salió del turno por la tarde y se trasladó a su casa, en Potrero Nuevo. 

Llegando a la colonia Mercado Viejo, se metió a tomarse unas cervezas a un bar, pero al poco rato fue sorprendido por los policías que llegaron a detenerlo.

Su hermana Sagrario Guadalupe Martínez Flores de 27 años, al percatarse de lo sucedido, con un bebé en brazos acudió al lugar para tratar de interceder por su hermano.  

“Mi hermano apenas se había despedido de mí, cuando entró al bar, y luego llegaron los uniformados, uno se dirigió hacia mí, me puso el rifle en mi brazo izquierdo, dejándole un moretón, y luego le apuntó con el arma a mi hija de dos años, y así me llevó hasta la entrada de mi casa. Luego desde adentro me asomé para ver el número de patrulla, pero ya no alcancé a distinguirlo”, contó la joven indignada.

Sagrario mostró la tarjeta de crédito  a nombre de su hermano Jairo Manuel, y que fuera encontrada por la señora Anabel Betancourt, familiar de otro desaparecido, cuando acudió a la zona del basurero de Mata Larga. 

La madre de Jairo narra ahora: “mi hijo era el que me mantenía, porque me daba lo de la despensa, ya tenía once años trabajando en la empresa; sus compañeros lo conocían y sabían que era  un buen muchacho, tanto que  vinieron a la casa y fueron a declarar a su favor ante el Ministerio Público, donde dijeron que era una persona responsable”.

Acusaron que fueron detenidos por las patrullas números 0812, 1420 y 1154, además de otras que tenían tapados los números. 

Lloran los familiares de los hermanos  Martínez Peña

Los hermanos Margarito y Carlos Martínez Peña forman parte de esa larga lista de desaparecidos. Ellos salieron de su hogar, ubicado en la carretera estatal Córdoba-Atoyac, a la altura de la colonia Trasbordo, y se fueron rumbo al camino El Polvorón, que conduce a Cuitláhuac, pero fueron detenidos cerca del campo deportivo.

Ellos iban a jugar fútbol con su amigo Marco Antonio Fernández Flores, de
16 años.

Cuenta su mamá que cerca del corralón de los camiones cañeros del ingenio El Potrero fueron sorprendidos por los policias estatales, quienes los subieron a la patrulla y se los llevaron, igual que a Jairo Manuel.

Más tarde, en  el basurero a cielo abierto de Mata Larga, la madre de ellos encontró el  zapato tenis izquierdo de Carlos, lo que la alentó a seguir buscando a sus hijos, y continuó buscando pero ya no los volvió a ver.

A Emma la levantaron también sin motivos 

“Policías estatales se llevaron a varias personas, entre ellas a unos menores de 15 años; desconocemos las causas, cada quien hace su trabajo y respetamos el trabajo de la Policía del Estado de Veracruz, pero yo creo que debe de haber un hasta aquí, para que los elementos se aseguren de ver a quiénes detienen y a quiénes no, por qué jalan a la gente nomás por que sí”, declaró Hilario Pérez Sol,  tío de Emma Guadalupe Pérez Arroyo, del grupo de desaparecidos.

Exigió que el gobernador Javier Duarte de Ochoa, ponga cartas en el asunto. “Queremos que implemente mas estrategias, hacemos el llamado a los padres de familia, a que tengan cuidado con sus hijos para que no se vean envueltos en estos problemas de trotes de policías”, demandó el trabajador del ingenio El Potrero. 

Aseguró que “fueron diez patrullas de la policía estatal que levantaron a mi sobrina, cerca del corralón de caña cuando estaba esperando el camión, sobre el camino a Cuitláhuac; ahí fue cuando llegaron los elementos y la levantaron, no sabemos los motivos, fue a las 6 de la tarde del día 2 de agosto de 2013”.

Explicó que “todos la estuvimos buscando en todas las dependencias de la Policía, en la base del Mando Único de la colonia Buenavista en Córdoba, en la delegación de Fortín, en la AVI y no encontramos nada, yo soy el tío, hermano de su papá, me llamo Hilario Pérez Sol”.

Denunció: “esperamos que aparezca, nos pidieron diez mil pesos en Fortín, que según ahí la tenían, desconocemos qué pasó, ahora resulta que la tenían en Fortín, eso me lo dijeron por teléfono”. El hombre concluyó diciendo que  “un sobrino mío también iba con ellos, pero se salvó porque se regresó por una camisa, y después se dio cuenta que las patrullas se habían llevado a sus amigos, entre ellos a un niño de 12 años”.

No lograron nada por más que pidieron justicia 

El 7 de agosto de 2013, los familiares de los desaparecidos, de Paso del Macho, Atoyac y Córdoba, fueron a dialogar con el entonces subprocurador Ricardo Javier Carrillo Almeida y exigir que se agilizaran las investigaciones, sobre el paradero de los extraviados.

Ese día entregaron la tarjeta bancaria y el zapato a los Servicios Periciales. Cansados de la espera, y de no recibir respuestas favorables, amenazaron con acudir a la ciudad de Xalapa y manifestarse en Palacio de Gobierno, hasta que sus familiares aparecieran, vivos o muertos.

Criticaron que hasta ese día, no los habían localizado, aún cuando existían pruebas y testigos de que habían sido detenidos por elementos de la Policía Estatal.

Por ejemplo, Lourdes Tecalco Villagómez, tía del joven Eduardo Alberto Ramos Tecalco de 28 años y vecino de la unidad habitacional Sección 23 de Potrero Nuevo, pidió: “lo que queremos es que aparezcan, aunque sea muertos, pero que ya se acabe esta situación de desesperación, al no saber donde se encuentran”.

En otra ocasión que volvieron a ir a la Subprocuraduría, se encontraron con las familias de otros desparecidos, como la señora Concepción Segura, de Omealca, que acudió a denunciar la desaparición de sus dos hijos, que habían regresado de Estados Unidos, y también habían sido interceptados por policías estatales, quienes los vieron sospechosos por andar con joyas de oro, las cuales les quitaron.  

“Lo que queremos es hablar con el gobernador”: afectados

La madre de uno de los desaparecidos dijo que lo que quieren “es hablar con el gobernador, queremos que nos digan en dónde los tienen”.

Con lágrimas en el rostro, cuenta que entre los desaparecidos “estaban menores, de 14 y 15 años, por eso le estamos pidiendo al gobernador que nos atienda porque somos gente humilde, no tenemos problemas, hemos sufrido, ya llevamos un año y 2 meses, y no hemos tenido respuesta de la Subprocuraduría, hemos pedido una cita con el gobernador y no nos atiende, él como gobernador tal vez sepa dónde tienen a nuestros hijos, pero yo confió en la justicia poderosa, y eso sí no se cambia con nada” acusa en tono cansado la mujer.  Se queja que “el gobernador no está viviendo lo que nosotros vivimos en carne propia, queremos una respuesta, ya que nuestros familiares son seres humanos, no animalitos, por eso exigimos que el gobernador ya haga algo”, arremetió la mujer ya molesta.

Otra mujer también exigió que el gobernador intervenga en el asunto. “Hemos  ido a varias partes, hablamos con el subprocurador que estaba antes, y después con el que entró, pero nos dijo que no sabía nada, pues ahora ya con el tiempo que lleva queremos resultados. Ya hemos ido hasta Xalapa y nomás se hacen tontos, nos dijeron que ya habían agarrado a unos policías que les encontraron un teléfono con mensajes y que ellos habían sido, que ya estaban consignados, pero que después los soltaron”. 

Aseguró que “en una ocasión el gobernador, cuando vino a pedir el voto, hasta allá lo fuimos a ver, al Beisborama, y dijo que iba a estar para atender a todos, pero ahora ya salen sus ayudantes que no tiene tiempo para atendernos porque su agenda está muy llena”. 

“Ojalá que el gobernador se tiente el alma y nos escuche, porque él sólo sabe de sus problemas, y nosotros estamos aquí, con una veladora, pidiéndole a Dios volver a ver a nuestros hijos”, comentan las mujeres con la cabeza agachada, y dicen confiar en la justicia de Dios, para volver a encontrarse con sus familiares. 

 

Antonio Osorio

El Buen Tono 

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