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La mató por pedir el divorcio

Superiberia

La siguiente es una historia del México real, que lastima y ofende a ciudadanos de a pie —indefensos ante la corrupción y la transa del sistema judicial— y que debía avergonzar lo mismo al gobernador Eruviel Ávila, que al presidente Peña Nieto; al Congreso, la Corte y, en especial, debiera indignar a las mujeres en general

Y es que un trabajador del IFE —en complicidad con su madre y su tío, éste también empleado del IFE— mató de manera salvaje a su esposa porque la mujer, de apenas 32 años, solicitó el divorcio para poner fin a la interminable violencia desatada por su esposo y la familia de éste.

Paloma Salazar era una joven madre de 32 años, la segunda de tres hijas y madre de un niño de 13. Hoy es una estadística más de la epidemia feminicida en el Estado de México.

El infierno

La historia comenzó hace 15 años. Paloma contrajo matrimonio con Israel García Juárez, quien hasta hace días trabajó como intendente en el IFE. Por años, García mantuvo el empleo a pesar de borracheras, delitos y excesos. Y gracias a que su tío, Adolfo Juárez Maciel, era también su jefe directo.

Desde siempre, la relación de Paloma e Israel fue violenta. Dicen los cercanos a Paloma que las agresiones de su esposo —un alcohólico— la llevaron repetidamente al hospital. La más reciente de las agresiones documentadas, del 25 de enero de 2010, motivó que Paloma levantara el acta SM/ 03/ 25/ 01/ 2010 por las agresiones físicas y sicológicas.

Durante el matrimonio de Paloma, su esposo, Israel García, estuvo en el Reclusorio Oriente al menos en dos ocasiones. La primera por fraude y la segunda por agresiones. La violencia reincidente llevó a Paloma a buscar asesoría jurídica al DIF, en donde le ofrecieron el divorcio necesario. Para hacerlo realidad requería reunir evidencias, recabar testimonios y, sobre todo, tiempo; que ya no le alcanzó.

A finales de enero pasado, Paloma se enfrentó a su marido y a la madre de éste —la señora Ana María Juárez Maciel, quien habría atestiguado, solapado e incluso participado en las golpizas— para exponer sus planes de divorcio. Con ello desató el infierno y puso fecha a su muerte. Su suegra la amenazó de muerte, su esposo “se la sentenció” y, entre la noche del viernes 1 de febrero y la madrugada siguiente, Paloma murió.

Según versiones de la familia, esa noche Paloma se quedó sola en su casa. Su esposo hizo público —a todo el que podía escucharlo— que con su madre e hijo viajaría a Guadalajara, lo que al final era una coartada.

En realidad, Israel García —junto con su hijo— fue a la colonia Balbuena, a casa de su madre —Ana María— donde supuestamente pasaron la noche. La mañana del sábado 2 de febrero, Israel dijo haber recibido un mensaje de texto en donde desconocidos lo alertaban: “Te dejamos un regalito”, decía el mensaje. Israel y su madre se habrían trasladado a la casa del primero, en Los Reyes, La Paz —Estado de México— en donde encontraron los restos de Paloma.

La violencia, brutalidad y saña empleados para arrancar la vida a Paloma Salazar dejaron el cuerpo prácticamente irreconocible. De acuerdo con los forenses, la mujer murió de hemorragias internas a causa de laceraciones en abdomen y tórax. “La cosieron a puñaladas”.

Según las versiones oficiales, Israel García habría llamado a la policía municipal, los habría recibido y, a su llegada, habría abandonado el domicilio para bañarse y descansar pues, según dijo, se sentía agotado. Sin más, los policías municipales declararon que lo dejaron ir porque García les habría dado “pa’ los chescos”.

El propio viudo y presunto criminal contactó a la familia de Paloma, les dio la noticia y ellos se trasladaron al lugar. Sin embargo, en ningún momento pudieron verla. Por razones que nunca les explicaron en el lugar —y que luego se supo había sido a causa de la escandalosa corrupción— ni los padres ni hermanos de la víctima pudieron entrar al domicilio y verla. Por eso, para la familia son, hasta hoy, un misterio las causas y condiciones oficiales del asesinato de Paloma Salazar.

El México real

Horas más tarde, atraído con engaños, Israel García volvió a la que fue la casa familiar —aseado y descansado— y entonces los agentes de la Fiscalía de Feminicidios hicieron lo que debieron hacer desde un inicio: arrestaron a García y lo llevaron al Complejo Penitenciario de Barrientos.

En ese momento inició el calvario de la familia Salazar, quienes, entre las abundantes irregularidades del caso, denuncian la desaparición del celular, el bolso y las llaves de Paloma. Aunque, por extraño que parezca, junto al cuerpo se encontró la credencial de elector de la joven; misma que siempre guardó en su bolsa.

Y eso no es todo, también desaparecieron las llaves de la casa de los padres y hermanos de Paloma, quienes al día de hoy han recibido reiteradas amenazas de muerte a través de llamadas anónimas e incluso por parte de hombres cercanos a Israel García. Además de amenazas directas de la madre del presunto asesino: Ana María Juárez Maciel, instigadora del crimen —junto con su hermano, que también trabaja en el IFE—, y a quienes la autoridad nunca ha tocado ni siquiera con el pétalo de un citatorio.

Desde hace un par de semanas, los familiares de Paloma solicitaron una copia del expediente No. 241970550021713 y pidieron saber los resultados de los peritajes. Pero con todo y que el trámite es de rutina, al día de hoy siguen sin conocerlo. Los Salazar tampoco fueron citados para declarar, para sugerir nuevos testigos —vecinos de la pareja han intentado sin éxito denunciar los constantes agresiones contra Paloma— o para encarar al presunto responsable en las primeras audiencias. En corrillos judiciales escuchan que la familia del presunto asesino de Paloma, “tiene todo comprado”, “son influyentes en el IFE” y que pronto “saldrá libre” el feminicida.

De hecho, los abogados de oficio encargados del caso, Juan Alberto Cruz Morales y el José Daniel Vargas Sánchez pidieron a la familia que dejen de ir a las oficinas de Barrientos, les aseguraron que pierden su tiempo al hacerlo, que serán ellos quienes los contacten y que las audiencias arrancarán en cuatro meses o más. Sin embargo, en los juzgados donde radica el caso se sabe que los abogados de oficio suelen colocarse del lado del mejor postor.

Y lo peor del caso: que el IFE y su sindicato se prestan para defender a un presunto criminal y a su cómplice. Y claro, es evidente que Paloma no es Florence. Al tiempo.

EN EL CAMINO

Otra chulada en el Estado de México. ¿Se acuerdan de Patricia Grimaldo de la Cruz, la mujer que mató a su esposo, el diputado mexiquense Jaime Serrano? ¿Pues qué creen? En breve saldrá libre. Se declaró culpable, la sentenciaron a tres años de prisión, le fijaron fianza y tan tan: ¿Y saben por qué? Porque trabajaba de juez en el Estado de México. O sea, juez y parte. ¡Seguro la jueza Grimaldo se especializó en la Suprema Corte a modo! ¿Qué no?

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