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Viven su fe

Superiberia

Orizaba.- Serían las nueve de la mañana cuando los franciscanos iniciaron el Viacrucis 2013, allá en la capilla de San Miguel Tlachichilco al norte de Orizaba; iban haciendo  oración por los gobernantes. Entre los sumos sacerdotes estaba el mismo presidente de la Cámara Nacional de Comercio (Canaco), Mario Ríos, quien vino a vivir su fe.

Todos cargando su propia cruz, la cruz de sus pecados, “dejen aquí sus problemas, angustias, mortificaciones, proyectos y sus anhelos en la cruz de Dios”, decía Fray Raúl Eguía meditando sobre los abusos de poder, la irresponsabilidad y abuso hacia el prójimo.

Se recuerda el hecho histórico, pero se analiza la realidad viva, de madres de familia abandonadas, matrimonios alejados de Dios, familias desintegradas, la avaricia, la corrupción, la falsedad, la inseguridad y la violencia.

Más de tres horas y  unos cinco kilómetros fue el recorrido del Víacrucis. El Jesús de este año llevó la cruz a cuestas.

Detrás de él, estaba el pueblo, mujeres piadosas, María -la madre de Jesús-, Poncio Pilatos, Barrabás y los dos ladrones que serían crucificados junto a Jesús, así como varios representantes de los medios de comunicación que buscaban la imagen, la frase y la actitud de los personajes.

Por los que se han vendido por unos cuantos pesos, se extendió la oración y repentinamente apareció Judas entre la multitud, pidiendo perdón al maestro por haberlo entregado; fue sacado literalmente a patadas por los romanos… no pudo más, fue y se ahorcó.

Ya para la segunda caída de Jesús en la alameda Francisco Gabilondo Soler, eran mucho mas los fieles que meditaban sobre el respeto a los derechos humanos, esa tentación vencida para no hacer daño al prójimo, para sumarse en su ayuda, no para afectarlo, reflexionaba Fray Vidal, el Párroco de San José que para entonces se unía al camino de la cruz.

Adelante estaba la otra estación, donde la comunidad ofreció oraciones por las intenciones del Papa Francisco, por los cardenales y obispos, por todo el magisterio de la Iglesia. 

El momento de la crucifixión llegó; la entrada del templo franciscano se saturó de fieles, pero enmudeció luego de que Jesús, el maestro, el profeta, el hijo de Dios, expiró.

 

Matilde De los 

Santos Parada

El Buen Tono 

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